Liga BBVA | Espanyol 1 - Mallorca 0
A una Casilla de Champions
El portero convirtió en oro con sus intervenciones el gol de 'murri' de Weiss. Aouate fue expulsado por una falta inexistente. El Mallorca, mejor con diez
Por su especialidad, ya de entrada los porteros lo tienen más complicado que nadie para sobresalir: sólo puede jugar uno. De ahí que generalmente se diga que precisan un punto de locura para ocupar esa demarcación tan determinante. La que más. No hay medias tintas, y por ello a menudo sólo se les destaca en dos escenarios posibles: si salvan a su equipo o si lo condenan a la derrota. Ayer hubo de todo en Cornellà-El Prat, y para más inri a todo eso se le añadió otra intervención con la mano, la del árbitro sacando de su bolsillo una tarjeta roja que sólo él entendió. Entre Aouate, Casilla e Iglesias Villanueva decidieron un partido que se llevó el Espanyol, no sin sufrimiento marca de la casa, lo que le sitúa a una leve caricia de la zona Champions, quinto con los mismos puntos que el Levante (31), cuarto y que hoy recibe al Getafe. El Mallorca, sin embargo, seguirá flirteando con la zona de descenso, de la que por ahora le siguen separando tres puntos.
Antes de que se produjeran las intervenciones milagrosas de Casilla, el encuentro se había ido definiendo en dos jugadas. La primera, naturalmente, la del único gol, en el 18'. Nació de las botas de Verdú, el cerebro sobre el que gira este Espanyol, el único cambio en la alineación respecto a Anduva (Albín fue el damnificado) y el portador ayer del brazalete; no en vano, el balón circula, el equipo se mueve en bloque, con mayor soltura, y los resultados llegan con mayor facilidad si él está sobre el campo. Verdú, decíamos, envió un pase de 40 metros al área, que en condiciones normales hubiera ganado Aouate. Pero Cáceres, que iba a la carrera con Weiss, topó con el eslovaco y acabó desestabilizando al portero. Quedó muerto el esférico y, mientras el israelí protestaba ya una posible (e inexistente) falta, Weiss demostró ser el más listo de la clase, lo recogió y marcó sin problemas, sin estridencias. A lo murri, casi como aquel Tamudo de la final de Copa (precisamente, la competición ahora maldita para ambos equipos) de Mestalla.
La segunda jugada decisiva contó otra vez con Aouate como estrella. Aunque esta vez involuntaria, pues un error defensivo le obligó a salir a la frontal para cortar un balón ante Rui Fonte. Así lo hizo, pero el árbitro estimó que había barrido al portugués y no sólo decretó falta sino que le mostró una roja directa. Era el minuto 46 e Iglesias cometió un fallo como una catedral que condicionó a los bermellones hasta el final. Y pudo ser peor, pues esa falta acabó con un chut de Weiss al poste y un desatino de Raúl Rodríguez en el rechace, que le llegó acaso con demasiada potencia, para sentenciar.
Notable Castro. No obstante, el Mallorca de Luci Martín (ayer Caparrós lo vio desde la grada por sanción) lo tuvo todo para empatar en inferioridad numérica. Tras una primera mitad en la que el Espanyol no sólo se avanzó sino que puso la pausa que el partido -y la querencia balear por el juego directo- requería, los visitantes se lanzaron al ataque por tierra, mar y aire. O, mejor dicho, por la banda izquierda, en la que un inspirado Chori Castro encontró una autopista, lo que condenó a Galán a ser cuestionadísimo por la grada. El uruguayo puso un centro a Ogunjimi, en el 62', cuyo remate a bocajarro rechazó a córner Casilla prodigiosamente, con unos reflejos tan providenciales como lo había sido en el 40' una anticipación del todoterreno Dídac sobre Pereira.
El portero españolista ya se había ganado en ese paradón a Cornellà-El Prat, no era para menos. Le cantaban "¡Kiko, Kiko!". Pero se quedó con ganas de más, de que coreasen su nombre al término del partido. Y es por eso que volvió a ser absolutamente redentor en el 93', en la última jugada, ante un chut de Castro que (quizá ayudado por el rojinegro del Mallorca) había atraído a los fantasmas de Anduva. Pero el destino no podía ser tan cruel para los pericos, quienes esta vez amarraron no un empate sino la victoria. La Liga es otra historia. Menos para el Mallorca, sin premio para su buena actuación.
El detalle: Referéndum por Galán en la grada
Galán fue objeto de silbidos desde la grada de Cornellà-El Prat tras una ocasión que Casilla desbarató in extremis, en la que el Chori Castro se le había escapado. Sin embargo, el abucheo se transformó inmediatamente en ovación para espolearle. Hubo cánticos de "más animar y menos criticar".