Segunda B | Albacete 1 - Castilla 0
Derrota del Castilla en un partido feo en el Belmonte
El Albacete se llevó los tres puntos con un solitario gol de Añón en un partido en el que el fútbol brilló por su ausencia.
El Albacete aprovechó su ocasión en un partido que tuvo dos partes diferenciadas. La segunda parte fue mala. La primera, peor. Una derrota que no impide al filial madridista seguir como líder de su grupo, pero que pone la zancadilla a los de Toril en la escapada que habían emprendido camino del playoff.
El Castilla jugó una de las peores primeras partes de la temporada. Sin juego, sin balón, sin ocasiones y en algunas fases, con cierta apatía. Cierto es que el estado del terreno de juego no era el mejor, pero la realidad es que el ensamblaje de Mosquera, llamado a ser motor de la nave madridista, no fue tan sencillo como se esperaba.
El partido no sólo era malo, es que era feo de ver. El Albacete tampoco cooperaba en la tarea de embellecer el encuentro. El balón se movía de un área a otra, pero sin ningún peligro. Como en un patio de colegio, todos detrás del balón. Había escenas en las que los pupilos de Toril, vestidos de negro, parecían una desbandada de pájaros corriendo tras el esférico.
Las galopadas de Jesé eran de lo poquito que provocaba alguna gana de seguir viendo el partido, pero tampoco fue el día del canario. La llegada del descanso era lo mejor que podía pasar, aunque el Castilla, en lugar de reaccionar, se durmió.
Nada más empezar la segunda mitad, un rechace permitió al albaceteño Candela reventar el balón de lejos, Mejías falló en el despeje y dejó el balón botando dentro del área, aún así, para seguir con el tono general del partido, Calle remató mal y el portero madridista despejó todavía peor y Añón, a la tercera sí, introdujo el esférico en la portería del filial.
Toril reaccionó y realizó un cambio ofensivo. Quitó a Mandi, amonestado, para dar paso a un Denis que se había ganado el cambio tras su partidazo ante el Conquense. Pero el problema del filial no se resolvió. No había centro del campo, las ocasiones aparecían por la combinación entre los delanteros. Aún así a punto estuvo de empatar Jesé en un disparo lejano, pero la manopla bien colocada de Miguel impidió el empate.
Renunció del todo el Albacete al balón y el Castilla al centro del campo. El partido se convirtió en un frontón con dos particularidades. Una, a juzgar por lo que le costaba al filial llegar, el terreno no era llano, sino inclinado. Era un esfuerzo cada balón, cada ataque. Y la otra, el frontón acababa en la frontal del área manchega, porque el dominio no se traducía en remates.
De ahí al final la película no cambió. Ni el marcador. Aunque bien pudo haberlo hecho si el lanzamiento de falta de Casado desde la frontal hubiera aterrizado unos centímetros a la derecha del palo de la meta albaceteña.
Segundo partido consecutivo en el que el Castilla no logra la victoria y el objetivo del liderato de grupo, si bien de momento no parece tambalearse, sí que empieza a nublarse. A Mosquera, pieza central del puzzle que debe ser el centro del campo blanco, le falta tiempo para acomodarse al equipo. Y al equipo para acomodarse a Mosquera.