mallorca 1 - real madrid 2 liga bbva
Campeón en sufrimiento
Un gol de Callejón a seis minutos del final culminó la remontada del Madrid. El Mallorca fue mejor antes del descanso. Mou hizo tres cambios y el partido fue otro. El Madrid ya es campeón de invierno.
Convertirse en campeón de invierno fue como levantar una catedral para el Madrid. Encontró en el Mallorca un adversario feroz, organizado y con respuesta y hubo de sacar los cañones a la calle para conservar su ventaja sobre el Barça. Como viene siendo costumbre, amaneció tarde en el partido y padeció demasiado hasta el final. Un gol de Callejón a seis minutos de la conclusión acabó con un sufrimiento prolongado. Episodios así endurecen a un líder, pero también le avisan.
A Mourinho se le desató pronto el instinto de cambiar a los once, sueño imposible del entrenador frustrado. El Madrid olvidó, o no quiso creer, que el Mallorca es un equipo que actúa por encima de sus posibilidades, amparado en pluses como la intensidad, la disciplina y la dedicación. Esta noche fue un equipo construido con materiales resistentes, levantado por Caparrós, patrón del fútbol con uñas y dientes, y le preparó a su adversario un partido con espinas que el Madrid no supo coger desde el asa del toque ni desde el de la contundencia.
Lass anduvo distraído e imprudente, expuesto siempre al robo en zonas prohibidas. Se ganó el cambio en el descanso. Y a Xabi Alonso le faltó su habitual propiedad asociativa. Todo lo que tuvo por delante se movió poco y mal. Cristiano Ronaldo anduvo muy venido a menos, desanimado y sin su habitual hiperactividad. El viento en contra acentúa su egoísmo. Özil compareció ausente, sin movilidad ni chispa. Callejón y Benzema también se sintieron incómodos en aquel escenario espeso y oscuro que preparó Caparrós durante la primera mitad.
El Mallorca fue estupendo en la puesta en escena que le tocaba. Robaron y robaron sus dos mediocentros, instruidos en la política de ayudas, y se alargaron sus extremos, especialmente 'Chori' Castro, un futbolista con una izquierda de seda y gran sentido para el contragolpe. Víctor Casadesus, un jugador más rápido que listo, fue amenaza permanente. Y Hemed no perdonó un remate. El primero franco, tras galopada de treinta metros, lo cruzó de manera inconveniente. La falta de oxígeno por la carrera nubló su cabeza. El segundo, lanzándose en plancha, fue inalcanzable para Casillas. Para llegar hasta allí hubo el Madrid de tolerar un córner corto sin presión ni ganas de incomodar y un centro de Castro a banda cambiada soberbio. El incumplimiento de obligaciones por parte de los jugadores blancos, con varios suplentes calentando ya en la banda, resultó insólito.
Con todo, un cabezazo de Sergio Ramos que topó con el palo, pudo significar el empate. Fabulosa su maniobra de acudir a la melé previa y meter la marcha atrás en el momento del lanzamiento para rematar a campo abierto. Un gran testarazo en medio de aquel cuerpo a cuerpo que impidió que el equipo blanco luciera su pegada. El Mallorca, agrandado por su fiereza, decidió la zona de combate y al Madrid se le atragantó.
Entendió Mourinho que la situación era extrema e hizo pronto sus tres cambios. Higuaín, Coentrao y Kaká a escena antes del minuto 13 de la segunda mitad y el Madrid a la carga con un 3-2-3-2 repleto de jugadores de talento y falto de espacios. El juego entre líneas de Özil y Kaká, sin embargo, comenzó a ablandar al Mallorca, que espació ya mucho sus contras y apenas conservó el balón. Cristiano ingresó en el partido y Pau Cendrós ya sólo pudo con él saltándose el reglamento. Anduvo al borde de la roja.
Sin paciencia pero con autoridad y energía el Madrid se fue a por el partido desde la desesperación, primero sin encontrar las bandas, luego echando la puerta abajo. Pero el arreón comenzó a ser rentable gracias a una sutileza de Özil, que filtró un pase de izquierda a Higuaín, otro que convierte en oro cada minuto que le regalan.
Con el 1-1 se abrió un horizonte más despejado para el Madrid, que bombardeó a Aouate sin piedad. Mandó un misil al larguero Cristiano, le anularon bien un gol a Ramos. Y Callejón, a seis minutos del final, en una jugada sin limpieza pero plena de insistencia acertó a la tercera donde antes habían errado Higuaín y Benzema. Aún hubo tiempo para que el Mallorca reclamara un penalti de Ramos que no lo fue y para que el Madrid celebrara el pitido final con un gran suspiro. El susto le durará semanas. Falta por conocer si será didáctico.