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Copa del Rey | Osasuna 1 - Barcelona 2

El tedio antes de la tormenta

Pep dejó claro que ya piensa en el Clásico ante el Madrid. Lekic adelantó a Osasuna y Alexis y Roberto remontaron. Fontàs y Pedro, lesionados

Actualizado a
<b>UNA PIÑA. </b>Los jugadores del Barcelona mostraron una cara completamente diferente en la segunda parte y acabaron celebrando todos juntos el gol del empate de Alexis.

Demos por necesaria la penitencia deparada por Osasuna y Barça ayer entre las brumas navarras, porque ese camino nos lleva a un Madrid-Barça. Si al 4-0 de la ida le sumamos la poca ambición del técnico local por remontar el encuentro, el 'pelete' pamplonica, que se jugaba a las diez de la noche, que se vienen dos Clásicos en quince días, que Osasuna tiene la mente en mantener los puestos europeos en la Liga, que ninguno de los dos técnicos sacó a sus mejores hombres, que Fontàs se lesionó en la primera parte y Pedro en la segunda y que la niebla aportó al partido un aire lúgubre, quizás sería injusto calificar el partido de ayer en el Reyno de Navarra como infame. Seamos generosos pues: fue infame con atenuantes. Eso sí, dio toda la impresión de escenificar la calma que se genera antes de la tormenta que nos acecha.

Por mucho que Guardiola saliera de Barcelona diciendo que Osasuna era un lobo a punto de devorar a sus chicos, al final el técnico blaugrana optó por una alineación de teóricos suplentes. Es decir, que tanto miedo no le daban los de Mendilibar. En Barcelona se quedaron Iniesta y Alves y en el banquillo del Reyno de Navarra Cesc, Xavi, Valdés, Messi, Abidal, Busquets y Puyol. Vamos, que Pep estaba vendiendo una moto cuando aseguraba hace 48 horas que no descartaba la remontada de los navarros. Una cosa es respetar al rival y otra muy diferente hacernos comulgar a todos con ruedas de molino. Se ponga como se ponga, Guardiola ayer ya pensaba en el partido del próximo miércoles en el Bernabéu.

Orgullo rojillo. Y gracias a esta alineación extraña que empezaba por Pinto en la portería, siguiendo por un Mascherano que recuperaba su original rol de mediocentro y acababa con una delantera formada por tres extremos (Cuenca, Alexis y Pedro), el Barça fue un guiñapo en la primera parte.

Si alguna cosa ha caracterizado el mandato de Guardiola ha sido que cada partido, por pachanguero que fuera, se tomaba como el último y definitivo para la entidad. Ayer, la primera parte de los jugadores barcelonistas fue un trámite pastoso e indigerible. Desde el principio se vio claro que no querían estar allí. Y no es de reprochar. En cambio, Osasuna, apoyado por un público jaranero, empezó a venirse arriba. Lekic y Camuñas comenzaron a apretar y fruto de su presión, Fontàs cayó lesionado. La cosa parecía seria y eso siempre afecta al grupo. Abidal entró empanado y nada más salir se lió con Pinto. No fue gol de milagro.

Pero el tanto rondaba el área del Barça y si no llegó antes fue porque Osasuna tampoco es que aspire a batir récords de efectividad. Finalmente, Lekic logró el premio por el que tanto había luchado y marcó un más que justo 1-0. Podía haberse convertido en 2-0 y en susto para el Barça si Camuñas, antes del descanso no resbala antes de rematar con todo a favor.

El gol de Alexis a centro de Adriano nada más empezar la segunda parte archivó el partido que sólo se animó con Messi, que ignoró los insultos y fabricó un pase genial a Sergi Roberto que este no desaprovechó. Fue el fin de la calma antes del Clásico.