Liga BBVA | Espanyol 1 - Barcelona 1
Alvarazo en Cornellà
El Barça pagó su siesta tras el gol de Cesc y queda a cinco puntos del Madrid. Gran despliegue perico. Turienzo perjudicó a los cules al ignorar un penalti.
El Barça marcó, se durmió y cuando quiso reaccionar -demasiado tarde- se topó con un error definitivo de Turienzo Álvarez, que ignoró un penalti como un castillo por manos de Raúl Rodríguez evitando un remate a gol de Pedro en el descuento. No obstante, si el Barça salió de Cornellà-El Prat a cinco puntos del Madrid y dejando, por consiguiente, la Liga en manos de los de Mourinho, que dependen exclusivamente de ellos para ganarla, no fue sólo por la actuación del árbitro. Fue porque los culés jugaron un partido más que mediocre con un Messi desconocido y porque el Espanyol fue un rival que se vació sobre el terreno de juego. Los derbis, excepto el de Madrid, son esto.
Y eso que el Barcelona salió a jugar con el equipo de gala. O el más de gala que se le supone al conjunto de Guardiola, que por primera vez en 30 partidos repitió una alineación. En Cornellà salieron a jugar los mismos once jugadores que iniciaron el encuentro ante el Real Madrid. Una señal inequívoca de lo que la importancia que el técnico le otorgaba al duelo.
Pero a pesar de salir con lo mejor del escaparate, el rendimiento no se correspondió con lo previsto. El Espanyol, que fortaleció su zaga con la inclusión por sorpresa de Amat por Galán dejó claro desde el inicio que iba a por el partido sin ningún complejo. A los cinco minutos, el Barça ya se había salvado de milagro de encajar el primer gol. Valdés sacó in extremis un remate de cabeza de Verdú, el rechace lo remató el mismo jugador y entonces fue Piqué el que, con el guardameta ya batido, sacó la pelota en la misma línea. El Espanyol había dejado claro que no estaba para bromas.
Cesc golpea. El Barça vivía de las correcciones de Piqué, de la garra de Puyol, de la pausa de Iniesta y de movilidad de Fàbregas. El resto del equipo, estaba rendido a las piernas de los españolistas, que aparecían por doquier. Los 40 minutos jugados en Córdoba con uno menos no se notaron en todo el partido.
Donde flaqueaban los pericos era atrás. Cristian, que debutaba en estas lides, tembló en un par de ocasiones. En la primera, cedió un balón a Messi en el área que Fàbregas remató placenteramente a gol. Fue anulado porque en el rebote, Messi se llevó el balón con la mano. Era todo un síntoma de lo que se avecinaba.
Tres minutos después, justo al sobrepasar el cuarto de hora de partido, el portero españolista volvió a fallar. Esta vez en un remate de cabeza lejano de Fàbregas. Con el 0-1 el Barça parecía haber capeado el temporal que fue la salida del Espanyol.
Pero el coraje de los pericos fue el de las grandes ocasiones. Si normalmente, el Espanyol a la que recibe un gol se achica, esta vez no fue así. Al contrario. Espoleados por unos pulmones descomunales, los de Pochettino obligaron al Barça a tener que pedir la hora en el descanso.
En la reanudación, los de Guardiola alejaron a los locales de su área, pero nunca buscaron la franja de seguridad que supondría un segundo gol. Y el ángel de Álvaro, que entró en la segunda parte les noqueó cuando ya era casi imposible reponerse del golpe.