Iker Muniain juega y el Athletic no tiene remate

El Athletic tiene un problema de remate sin Fernando Llorente, por quien habrá que poner una vela a la Virgen de Begoña para que conserve la salud. Parece una obviedad echarle de menos, pero día a día se demuestra que es un contratiempo irresoluble. Si se quiere aspirar a algo grande, claro. Josu Urrutia debe medir bien los recursos de las arcas del club, existiendo la oportunidad de fichar o lograr la cesión de Aduriz... Bielsa no presionará un ápice, no dirá palabra. Bastó ver la torpeza con la que se movió anoche en ataque su equipo ante un peliagudo Albacete. Y eso con todo lo que jugó Iker Muniain, cuyo constante desborde fue tirado a la basura. Estuvo mal rodeado.

Antonio Gómez demuestra con su Alba que el tiempo que se ha pasado ayudando a Rafa Benítez no ha sido en balde. Su equipo está trabajadísimo, muy equilibrado. Poderoso en la medular, hace las transiciones de maravilla. Lógicamente le falta gol y ayer lo tenía difícil ante las torres del Athletic, Javi Martínez, Amorebieta y San José, que se sumó a los dos primeros tras el descanso para limitar aún más el factor sorpresa.

No es de extrañar que el Atlético en bancarrota mordiera el polvo en los dos partidos coperos contra los manchegos. El Athletic, como en Oviedo, salió puesto, pero De Marcos es humano. El cuadro rojiblanco tuvo la primera de sus dos únicas ocasiones bien pronto, en un soberbio pase bombeado de Iturraspe ante la salida al fuera de juego de la defensa local. Iraola controló el delicatessen con clase, pero quizás equivocó la superficie de golpeo (empeine exterior, de menor precisión) y mandó la pelota rozando el poste. Lástima que por fuera.

Atascados. El Athletic, que si se mira individualmente tiene poco gol sobre el campo, quiso y no pudo quitarse de encima la ordenada presión local. Candela y Rocha fueron dos percherones que aburrieron a Herrera y limitaron los envíos malintencionados de Iturraspe. No es que los locales estuviesen cerca del gol, porque no chutaron a puerta hasta la hora (Calle, blandito para Iraizoz) y la única sensación de gol la daba un diabólico Teté. Un zurdo con gran clase en la conducción a quien robó la gloria Amorebieta en un cruce providencial.

Había entrado Ibai por Susaeta también tras el descanso, pero el panorama ofensivo apenas cambió. Y eso que Iraola intentaba desdoblarse una y otra vez. Gozaba tanto el Carlos Belmonte que se puso a cantar olés con las triangulaciones de sus atrevidos futbolistas. En esas, entró Íñigo Pérez, quien únicamente por su golpeo de zurda debería revelarse como una opción con más minutos en esta serie de encuentros. Envenenó una falta lejana y obligó al meta Campos a una estirada de póster. El Albacete prolonga su sueño hasta San Mamés. ¡Cuidado!