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Copa del Rey | Zaragoza 0-Alcorcón 2

Aguirre está fuerte; el Zaragoza, muerto

El Alcorcón elimina al equipo aragonés. Triunfo merecido de los madrileños. Anotaron Riera y Quini

<b>SIN RESPUESTA. </b>Aguirre, durante el partido de ayer.

El Alcorcón armó un guateque navideño en el funeral de Aguirre y bailó sobre la tumba del Zaragoza, un equipo desecho que produce mucha más indignación que lástima. Oriol Riera, primero, y Quini después ejecutaron la victoria madrileña en los tres minutos finales del partido. Pero antes había dominado, tenido más la pelota y creado cuatro ocasiones clarísimas en la primera parte, lo que desmiente cualquier casualidad en el resultado o la comprensible tentación del perdedor de agarrarse a su leve evolución del segundo tiempo. No hay ningún argumento que redima el equipo de Aguirre. Fue levemente mejor en la segunda mitad, cierto, pero sin ninguna autoridad. Le bastaba un empate a cero. Transitó de la infamia a la inoperancia, sin capacidad para comprometer al Alcorcón. Y acabó retratado. Puede que Aguirre se sienta fuerte; el Zaragoza está muerto.

El equipo de Anquela ganó la eliminatoria, el partido y una página para su leyenda. Otro capítulo de oprobio en la vapuleada historia del Zaragoza. Un episodio más de sonrojo para un equipo que lleva semanas de cuerpo presente, sin que nadie tome una decisión: ni Agapito, asombroso Tancredo; ni Aguirre, mutado en figura de cera que cantinflea incoherente en las ruedas de prensa y renuncia a la mínima dignidad de la dimisión. Al Alcorcón no se le puede discutir ninguno de sus merecimientos, porque los prestigió con un encuentro mucho más coherente y mejor jugado que la patraña que dirigió Aguirre, recostado sobre el voladizo de su banco.

El Alcorcón venía de encajar seis en Elche, en la Liga, lo que matiza mejor el estado del Zaragoza. Anquela desplazó a toda su plantilla y armó un equipo de aluvión. Le bastó y le sobró. Pudo sentenciar el cruce entre el minuto 27' y el 32', con ocasiones flagrantes de Fernando Sales, Carney, Rubén Sanz y, dos veces, Miguélez. La escena provocó una furibunda alarma en La Romareda, que pensaba haber rebasado ya todos los límites de la estupefacción. El Zaragoza sólo puso algo de carne tras el descanso, con Edu Oriol toqueteando y Juan Carlos de agitador. Raúl Moreno le sacó dos disparos. Zuculini largó otro arriba. Ponzio empujaba y el Alcorcón hubo de refugiarse un tanto frente a la subida local.

Tampoco le costó tanto. Al Zaragoza le falta mucho tejido, intención y presencia en el área para imponer sus argumentos. Con un buen trabajo de sus medios y el temple de Javi Hernández atrás, el conjunto amarillo aguantó esos minutos antes de reequilibrar la acción. Los gestos habían delatado un día más a Aguirre: quitó a Hélder para poner a Jorge Ortí. Ni pensar en jugar con dos arriba. Retiró también a Lafita. Y se puso en manos de Juan Carlos, que le hace pagar casi a diario su empeño inicial en ignorarlo. Como Edu Oriol, por cierto. Mientras, al otro lado Anquela sumó gente arriba con Saúl, Montañés y Quini. Creía en algo y en el modo de hacerlo. Su victoria la construyó Saúl con una bicicleta mortal en el costado izquierdo y un pase atrás que acabó Riera, tal vez el jugador de la eliminatoria. Quini, al minuto siguiente, le dio el tiro de gracia a Roberto desde la frontal.

Las peñas, contra Agapito

La Federación de Peñas, que se reunió ayer antes del encuentro su local de La Romareda, emitió un comunicado en el que pide la salida de la presidencia de Agapito Iglesias, al que consideran responsable de que el club esté "al borde de la desaparición". El comunicado también solicita que devuelva el club a la afición.