Copa del Rey | Real Madrid 5 - Ponferradina 1
Sahin sonríe y Callejón reluce
Gol y asistencia del turco-alemán. Doblete del canterano, brillante otra vez. Mou hizo jugar a siete futbolistas de La Fábrica. Acorán, tanto visitante
Ante la imposibilidad de afirmar que todos terminaron felices (Claudio Barragán es un hombre adusto), diremos que nadie salió enfadado. El Madrid goleó, recuperó a Sahin, abrió la puerta a los jóvenes y lució la estrella fulgurante de Callejón, para el que algunos ya reclaman Selección y Eurocopa (ponga un canterano en su vida). En la otra orilla también había motivos para la satisfacción. Al margen del resultado (esa vulgaridad), la Ponferradina mantuvo su estilo de equipo valiente y cuidadoso con la pelota. A quien no le baste tal cosa podrá consolarse con un penalti que lo pareció y una infracción en el cuarto gol, circunstancias que hubieran dejado el marcador en un honroso 4-2. Así deberán contárselo a sus nietos.
En el caso del Madrid no hubo calcetín que se quedara sin regalo. Sahin se liberó de la nostalgia, se movió con más alegría y hasta marcó un gol de cabeza (nunca lo imaginamos). Ya al final, cuando sus méritos corrían el riesgo de difuminarse, metió uno de esos pases que hacen volar el balón como si fuera una cometa. Los adora el Bernabéu, pregunten a Xabi. Como la pelota aterrizó en los pies de Callejón y propició el quinto gol, la acción fue celebrada a lo grande, como la guinda de un suculento pastel de chocolate.
Callejón todavía pudo marcar el tercero con un cabezazo al límite del tiempo, pero Orlando purgó unos cuantos pecados con una parada llena de reflejos. Tampoco necesitaba tanto el delantero. Su calidad está certificada y todo en él resulta afilado, empezando por los pómulos y acabando por el tupé.
Su primer tanto abrió la lata, impulsado en este caso por una asistencia de Özil, que ayer salió a ratos de su letargo invernal. En el diploma de la Ponferradina pondrá que resistió 24 minutos imbatida en el Bernabéu, y también eso habrá que destacarlo en el relato a los nietos. Obviemos las facilidades que dio el portero, especialmente a los nietos de Orlando.
Sahin consiguió el segundo a la salida de un córner (con la cabeza, insisto) y Varane rebañó de las manos del guardameta el tercero, tras lanzamiento de falta botado malévolamente por Granero. Tiene razón Zidane, es bueno ese central, y tranquilo como un Lama.
El premio de la Ponferradina llegó tras el descanso. Acorán (nombre guanche que significa "atributo de los dioses") enfiló en diagonal hasta encontrar un hueco en el Amazonas defensivo que forman las piernas de Pepe. Una vez hallado, chutó y marcó. Su gol completaba un círculo que se abrió en 2001, cuando debutó contra el Madrid con la camiseta del Tenerife (18 primaveras entonces y la vida por delante: Burgos, Corralejo, Celta, Melilla, Puertollano...).
Jóvenes. Ese gol debió valer por dos, incluso por tres. Pero el hándicap no es cosa que se estile en el fútbol. Tampoco están los meritorios del Madrid para regalar nada. Aprovechando la fiesta, Mourinho hizo a jugar a siete canteranos (incluidos Granero y Callejón), de los que cinco finalizaron el partido. Uno de ellos, Joselu, marcó el cuarto. Y otro, Casado, completó 70 interesantes minutos, más aún cuando se nos sirve en bandeja la maliciosa comparación con Altintop.