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Liga BBVA | Real Zaragoza

Navidad en el infierno, con Aguirre en el limbo

Todos los indicadores revelan la patética y terminal situación del Zaragoza. El equipo de Javier Aguirre cierra el año último, como hace un año, y a cinco puntos de la salvación: esa distancia no la conocía desde el final de la Liga de 2002, cuando descendió. Pero el Vasco aguanta...

Navidad en el infierno, con Aguirre en el limbo
alfonso reyes

La condición de colista del Real Zaragoza gana fuerza partido a partido: cada semana se queda el equipo de Javier Aguirre más atrás. Es normal: después de cinco derrotas consecutivas y un punto en nueve partidos, no cabe otra posibilidad. Como el Zaragoza no gana nunca (ni siquiera empata) a los demás les basta con un mínimo ratio de acierto para ir despidiendo al equipo aragonés en la cola de la clasificación. Sporting y Villarreal perdieron. El Racing empató en casa, pero con eso aísla al Zaragoza en el fondo de la tabla. Los que vencen más a menudo, como el Granada, andan ya perdidos de vista: a nueve puntos queda ya el conjunto de Fabri, al que se tenía por un rival directo.

Son cinco puntos de distancia con respecto al Sporting y el Villarreal. En realidad, seis, porque con ambos empató el Zaragoza y su goal-average es peor. Pero los cinco reales remiten al dramático final de la Liga 2001-02, cuando el Zaragoza bajó a Segunda más de un cuarto de siglo después. Lo hizo último, con 37 puntos: Osasuna se salvó ese año con 42. La última vez que el Zaragoza estuvo a seis puntos de la salvación fue en la jornada 21 de la temporada 1996/97: entonces bajaban cuatro y otro promocionó, y el Zaragoza llegó a estar seis por debajo de la línea de permanencia directa.

El parón navideño llega, pues, con el Zaragoza más colista que nunca. Pero la alarma no alcanza, por lo visto, para que Agapito considere acabado el tiempo de Aguirre. Ni a Aguirre le llegan la decencia o el sonrojo para resignarse y dejar un cargo para el que dice seguir sintiéndose "fuerte". Si el equipo está en el infierno, el mexicano ha quedado en un limbo de imposible razonamiento. Queda el partido de Copa del miércoles antes de cerrar 2011: cualquiera pensaría que una hipotética y poco probable eliminación obligaría al relevo en el banquillo, pero no resulta fácil argumentarlo: ¿Es más grave perder un día en ese torneo que hacerlo todos los días en la Liga? La impresión es que Agapito se ha empecinado en aguantar al entrenador diga lo que diga la realidad, traer refuerzos en enero y confiar en la reacción.