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Copa del Rey | Alcorcón 1 - Zaragoza 1

La Copa no quita penas

El Zaragoza se trae un empate sin ninguna felicidad.

Actualizado a
<b>POSIBLE PENALTI. </b>El balón, que venía de un pase de Carney en el área, golpea la mano de Zuculini: el Alcorcón reclamó penalti.
POSIBLE PENALTI. El balón, que venía de un pase de Carney en el área, golpea la mano de Zuculini: el Alcorcón reclamó penalti.macario muñoz/ rafa aparicio

La Copa, que siempre fue un territorio mítico para el Real Zaragoza, apenas le alcanza ahora como terapia de grupo y banco de pruebas para protagonistas secundarios. A nadie se le ocurre mirar ahora mismo a los horizontes históricos del club en esta competición, así que el equipo tomó una actitud parecida y evitó levantar demasiado la mirada en Alcorcón, no fuera a tropezarse con lo que tenía delante. El bloque madrileño le sacó un empate y algunos colores, pero... qué sentido tendría lamentarse de este pequeño dolor de cabeza copero cuando el enfermo sufre una enfermedad endémica mucho más grave.

El resultado es impreciso y habrá de ser resuelto en La Romareda. A los dos les sirve para poco y nada. Sí, el Zaragoza podrá decir que igualar fuera es interesante, pero el escenario consume de inmediato esa tentación. Una copa no quita las penas. Y eso que no fue el partido incómodo que anuncia este torneo. Ni el Alcorcón se comportó como esos rivales hambrientos o revolucionarios al uso; el que ha quedado en la memoria tras aquella hazaña contra el Real Madrid. Pero aun así logró, sin mayor esfuerzo, llamar de tú al Zaragoza.

Para ello el equipo de Anquela hubo de levantarse del tanto de Ortí a los seis minutos. Edu Oriol, que subrayó su nombre con finura, filtró un pase a la espalda de la zaga y el chico lo terminó por abajo con eficiencia de delantero competente. Pero el partido que anunciaba ese arranque (accidentado, por cierto, con las lesiones prematuras de Mateos y Carlos Martínez) no se concretó. Y en 15 minutos, inspirado por la vitalidad generosa de Babin y la delicadeza de Abraham, el Alcorcón reclamó un penalti de Zuculini e hiló juego hasta que un pase magnífico de Miguélez permitió a Oriol Riera batir a Roberto.

El Zaragoza volvía a mostrar su vulnerabilidad. Sin exponer gran cosa, el Alcorcón también lo había batido. Luego el equipo local subió un punto su impulso: se hizo más rudimentario, menos sutil, pero sacó al Zaragoza de la imagen. Bajaron la energía de Zuculini y Edu Oriol espació sus apariciones. Ortí bullía arriba. Se fue Antonio Tomás con las piernas acortadas de calambres y entró Kevin. Ya estaba, desde la lesión de Mateos, Ramiro Mayor: otra exhibición del compromiso con la cantera, que diría Agapito... Pero el Alcorcón tuvo las dos claras: un remate atolondrado de Rueda tras el fallo colosal de marcaje de Juárez. Y un disparo frontal de Carney, al que se le dobló el rifle frente a Roberto. Sólo una tentativa de gol olímpico de Luis García y un tiro de Lafita, que negoció mal Rubén Moreno, recordaron que el Zaragoza seguía ahí. El partido, luego, se trivializó. Pese a la ventaja que le proporciona el marcador, el equipo de Aguirre no mitigó sus dudas ni le permitió reunir ninguna felicidad.