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Liga de Campeones | Ajax 0 - Real Madrid 3

El Madrid ganó sin mancharse

Descalabro del Ajax, fuera de la Champions. Triunfo aseado con doblete de Callejón. Sahin no funcionó al timón del equipo. Higuaín también marcó.

<b>IMBATIDO. </b>Adán cuajó una buena actuación y logró mantener la portería a cero, aunque tuvo que emplearse a fondo en más de una ocasión.
IMBATIDO. Adán cuajó una buena actuación y logró mantener la portería a cero, aunque tuvo que emplearse a fondo en más de una ocasión.

A Frank de Boer le sobraban anoche las razones para inmolarse educadamente en la conferencia de prensa, pero no lo tuvo a bien. Su equipo es tan agresivo como un melocotón en almíbar y el árbitro portugués le birló dos goles que le podían haber dado la clasificación para octavos (al final ni ese par hubiera bastado). Tenía motivos para rasgarse la camisa de popelina y recitar una letanía de porqués mirando a cámara. Se abstuvo. Seguramente porque nadie (salvo tongo en Zagreb) tuvo tanta culpa del desastre como el Ajax. Ni siquiera el Madrid, que pasaba por allí.

Recordemos. El Ajax empezó el partido con tres puntos y siete de goles de ventaja sobre el Lyon y lo terminó igualado a puntos y dos goles menos. Puestos a imaginar un descalabro se hacía más fácil suponer que el Madrid le metiera siete al Ajax y que el Lyon venciera al Dinamo 0-3. Pasó al revés. Y ocurrió sin estrépito, como pasan estas cosas, por silencioso aplastamiento.

Con la victoria encarrilada, el Madrid no tuvo interés en hacer sangre. Al contrario. Estoy por afirmar que se vio conmovido por el pánico paralizante que atacaba a su rival. Si Callejón marcó en el tiempo añadido es porque los jóvenes son de natural irreverentes y porque ya daba igual trinchar el pavo que hacerle un funeral. También influyó la calidad de Callejón, obvio, y la infinita clase de Xabi, que le envió un pase precioso, de hermano mayor.

Esa última jugada resultó ejemplar porque nos distinguió dos clases de madridistas: los interesados y los imprescindibles. Por un lado, Callejón, al que se le quedó el partido pequeño. Por otro, Xabi, absolutamente insustituible. Al menos, de momento, y sospecho que por algunos momentos más.

Sahin, llamado a heredar sus funciones y jerarquía, fracasó lánguidamente en el Amsterdam Arena. Apenas participó y cuando lo hizo fue gélido. Ni acierto ni pasión, por tanto. Granero puso algo más (no lo bastante), aunque queda la sensación de que su problema es otro: la falta de confianza le ha herido de muerte o casi.

El Madrid no los echó de menos porque el Ajax es un equipo que intenta gobernar los partidos e invita al contragolpe rival. Así, en dos balones a la espalda de su espumosa defensa, el Madrid marcó sus dos primeros goles, Callejón e Higuaín, a pases de Kaká y Benzema.

Antes del segundo tanto llegaron los dos goles anulados al Ajax, consecutivos. Dos tiros lejanos sin fuera de juego del último rematador, Lodeiro queriendo y Sulejmani sin pretenderlo. Ceguera monumental (y compartida) del señor Sousa y su fiel asistente Joao Santos.

Oscuro. Lo más cruel estaba por llegar. Sulejmani estrelló el balón en el larguero de Adán, justo en el momento en que el Lyon conseguía el cuarto gol. Desde ese punto todo se hizo tenebroso, incluso para el Madrid: Altintop entró por Benzema y Pedro Mendes (suplente en el Castilla) por Arbeloa. Jesé, el genio al que tanto apetece ver, seguirá esperando. También nosotros. A oscuras y sin enchufe.

El último milagro fue salir de allí sin pringarse con las vísceras ajenas, matar sin molestar, sumar la 15ª victoria seguida y encajar por fin la cabeza donde siempre estuvo: en el Barça.