El Barça hizo en Milán su última prueba antes del Clásico

El encuentro de San Siro estaba marcado en rojo en la agenda de Guardiola: era el último partido antes del Clásico del día 10 ante un rival de la máxima exigencia. Y el duelo le permitió a Pep sacar sus conclusiones en lo que fue una suerte de ensayo general para el Bernabéu. Le sirvió, a su vez, para hacer varias pruebas tácticas, dos de ellas muy evidentes. La primera, la defensa de tres, que lejos de traducirse en un mayor control del juego (debido a la acumulación de centrocampistas), derivó en un frenesí de idas y venidas que poco o nada gustó al técnico.

Otra prueba. En Milán se vio un Barça sin extremos. Guardiola, teniendo la nómina de futbolistas que pueden jugar pegados a la banda más extensa del mundo, experimentó con un equipo que se dedicó a jugar exclusivamente por dentro. Con el balón, intratable, sin él, problemas.

Lo que viene. "Getafe será terrible", decía Guardiola el miércoles. Es por ello que allí alineará lo mejor que tenga para evitar sustos. A partir de entonces, todos los partidos que le quedan al Barça antes del Clásico serán en el Camp Nou y los jugarán los menos habituales. Los cracks descansarán. Todo, pensando en el Bernabéu.

Espiaron a Thiago Silva

El encuentro le sirvió al Barcelona para volver a observar, de cerca y un encuentro de la máxima exigencia física y mental, a Thiago Silva. El central jugó los 90 minutos y demostró entenderse bien con Nesta (que terminó lesionado) en las coberturas y las ayudas. Defensivamente sufrió ante Messi y, sobre todo, con las llegadas desde la segunda línea. Thiago Silva brilló, eso sí, a la hora de sacar el balón. Cuando Seedorf -el único centrocampista del Milán capacitado para sacar un balón en condiciones- estaba demasiado tapado, el brasileño asumió los galones y dio salida a la pelota con elegancia.