Liga BBVA | Atlético de Madrid-Levante
Noche de miedo sin Falcao
Manzano herido, grada harta y un Levante de cuidado
Se acerca el invierno. Quizás sobre el Manzanares se desencadene hoy mismo, en una de esas noches tormentosas de película de miedo en las que nadie está a salvo. El parón liguero permitió al Atleti aplazar el juicio de su afición tras el último ridículo (en Getafe y contra diez) y dio algo de aire a un Manzano que ya, más que tocado, está manoseado. La grada está harta de decepciones, su paciencia, que convertía a Job en un ansioso, parece haber hallado su límite.
Pero no todo ha favorecido al Atleti durante la pausa. Falcao se lesionó con Colombia y deja a Manzano sin el recurso que ya le salvó una vez, su complementaria pareja con Adrián. Aun sin deslumbrar, Falcao lleva nueve de los 21 tantos del equipo entre Liga y Europa. Como el Atleti no consideró necesario tener otro goleador en la plantilla, le tocará a Adrián disfrazarse de lo que no es: nueve de área. Un puesto que anula en parte sus virtudes creativas y realza su imprecisión al definir. Como es un futbolista notable, quizás resuelva la papeleta, pero es un problema sin sentido: se fue Forlán, era obvio que faltaba un delantero y llegó Pizzi, un extremo. Cosas de este club.
La incógnita rojiblanca es quién escoltará a Adrián: el perdonado y anhelado Reyes o Salvio, que va a más, pero parece tener adjudicado el papel de revulsivo. Arda y Diego se encargarán de los suministros.
El Levante llega al Calderón con un problema similar, pero un estado de ánimo opuesto. Le falta su máximo goleador (Juanlu), pero vive en una nube que ni siquiera las dos últimas derrotas amenazan con destruir. En puesto Champions y con siete puntos sobre el séptimo, el Atleti (con diez puntos menos) está obligado a considerarle un rival directo por Europa.
Curtidos.
Con un presupuesto de 23 millones, cinco veces menos que el Atleti, Juan Ignacio Martínez ha tejido un traje a base de retales y le ha quedado muy aparente. Ballesteros se ha erigido en líder espiritual, Barkero pone el toque, Valdo el desborde y Koné la velocidad. Todos han vivido mil batallas y han sido dados por muertos más de una vez. Un ejército de desheredados empeñado en dejar en evidencia a quienes les despreciaron, una poderosa gasolina. Mal rival para jugarte el cuello en una noche fría.