Iker, entre la historia y la eternidad
Hoy cumplirá en Wembley 126 internacionalidades, lo que iguala el récord de Zubizarreta y le deja a las puertas de un registro fabuloso. Tan asombrosa es la hazaña como el modo de conseguirla: sin hacer ruido, desmintiendo la proverbial extravagancia de los porteros.
Cada vez le costará más trabajo quitarse importancia. Aunque lo seguirá haciendo. Y que nadie observe en ello una acto de fingida humildad: Casillas es así. El mejor portero del mundo siente, verdaderamente, que todo puede terminarse mañana. Lo dijo en el acto de homenaje a los centenarios y la frase descubre una parte de su personalidad: "Cada convocatoria pienso que es la última".
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Más que dominado por la duda, Casillas está atrapado por un escepticismo crónico y por una nostalgia insólita en una persona tan joven y en la plenitud de su exitosa carrera. Tal vez ese descreimiento explique su absoluta ausencia de afectación y su fidelidad a los amigos de siempre, los que nunca volarán. Toshack dijo que Casillas tenía la cabeza de un viejo sobre los hombros de un joven. Y lo clavó.
Jupp Heynckes ya le convocó a los 16 años y John Benjamin Toshack le hizo debutar en Primera División con 18. Hay quien comienza la historia ahí. Sin embargo, el fenómeno Casillas está íntimamente vinculado a la Selección desde las categorías inferiores. Conquistó con España el Campeonato Europeo Sub-16, deteniendo un penalti en la final. Aquel lejano día escribió una biografía anticipada. Iker representa el perfecto matrimonio entre el talento inmenso y la suerte a favor.
