Liga BBVA | Getafe 3 - Atlético 2
Contra el Atleti, con diez basta
Se desintegró tras ponerse 0-1 con Lopo expulsado. Abdel y Michel levantaron al Geta. Domínguez hizo el 2-2. Decidió un penalti de Arda que no fue
Tuvo algo de fortuna el Getafe, que encontró un gol cada vez que parecía encaminarse al patíbulo. Pues vale. La lió Pérez Lasa, que perdonó la expulsión a Pedro Ríos, ya con 0-1 y el Geta con diez, y pitó un penalti que no era para el 3-2 final. Tal vez. Pero si el Atlético busca en el exterior los culpables de su derrota ante un colista que jugó una hora con uno menos sólo sumará grados al ridículo. Y este ya fue grande sin necesidad de regarlo. El Atleti erróneamente denominado de Manzano, ya que conviene recordar que es de Gil Marín y el técnico es sólo el enésimo chófer de un coche sin rumbo, volvió a ser el triste equipo anterior al boom Adrián, un Atleti sin alma en cuanto el viento no sopla a favor.
Y durante la primera parte sopló y mucho. Aún arrastrado por la feliz resaca de dos triunfos seguidos, el Atleti salió mandando, liderado, como empieza a ser norma, por Arda, sangre en un vaso de horchata. Moyá (qué sensación más extraña la de ver al Getafe con un portero decente tras tanto tiempo) tuvo trabajo ante Godín y Diego y lo solventó a la perfección. Los de Luis García, imprecisos en el pase y con Güiza desconectado, acusaban los nervios propios de su situación. Aunque para nervios los que provocaba Pérez Lasa, ese hombre.
Bien ceñido en un pantaloncito ochentero algo indecente, el árbitro no debía sentirse cómodo y se dedicó a sacar tarjetas para distraerse. Lopo se dejó llevar por el barullo. Tras reclamar airadamente un penalti que no pareció, cometió uno tan claro sobre Diego que sólo protestó por cumplir con el expediente. Roja, Falcao que marca y noche plácida para el Atleti. ¿Noche plácida para el Atleti? Frase absurda.
El Getafe estuvo diez minutos noqueado, pero sobrevivió porque Pérez Lasa le perdonó por cobardía la expulsión a Pedro Ríos (vio el codazo a Diego, pero sacó amarilla ante la perspectiva de dejar a los locales con nueve) y porque Arda, Falcao y Diego se liaron en una contra clara. Y de golpe, se acabó el Atleti.
Una falta absurda de Tiago en la frontal, le dio al Getafe la ocasión de lucir su mejor arma: la diestra de Abdel Barrada. Golazo directo, empate al descanso y el Atleti envidiando la rigidez de un flan. Nada más reanudarse el juego, otra estúpida falta, esta vez lateral, y otra vez la pone Barrada para que Michel cabecee ante el estupor general. 2-1 y el resto fue un esperpento.
Sin recursos. Ante la mirada perdida de Manzano, el Atleti se quedó quieto. Literalmente. Ni un desmarque, ni un desborde. Nada. Centros lejanos, colgados, frontales y con el peligro de un oso amoroso. El peligro y la dignidad. Sólo Arda y Domínguez parecían realmente preocupados por la derrota. Si la actitud de un equipo refleja la fe en la labor de su entrenador, los jugadores del Athletic con Bielsa son ultracreyentes y los del Atleti con Manzano, ateos. Entre medias, los demás.
Pese a la nadería de su juego, el Atleti se encontró el empate en un tiro de Domínguez que desvió Valera, viejo amigo. Quedaban 10 minutos y el Getafe estaba reventado. ¿Qué sucedió? Pues que los rojiblancos regalaron una contra y el árbitro un penalti (Arda tocó a Castro mucho después del remate). Marcó el propio Castro, respiró el Getafe y el Atleti siguió donde lleva tiempo: sumido en la mediocridad.