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Liga BBVA | Zaragoza 2 - Sporting 2

El Zaragoza no sale de pobre

Postiga salvó un punto en el 93'. El equipo sigue bajo mínimos. Lo salvó un error final de Iván. El 1-0 fue en propia meta. Barral hizo los del Sporting

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<b>EL PRIMERO. </b>Botía se marcó en propia puerta el primer gol del partido al disputar por alto con Postiga una falta sacada por Juan Carlos.
EL PRIMERO. Botía se marcó en propia puerta el primer gol del partido al disputar por alto con Postiga una falta sacada por Juan Carlos.

Un error de Iván y la floja respuesta de Juan Pablo al chut de Hélder Postiga le arrancaron al Sporting una victoria que tenía entre los dientes. Fue en el alargue de cinco minutos, cuando el Zaragoza tiraba lo que tenía, que no era gran cosa salvo las diagonales de Lafita. Mientras la grada se partía la camisa a la vista de la cuarta derrota consecutiva, Iván se comió un despeje con una desastrada patada al aire y Postiga, hecho a vivir de lo poco que da la tierra, cruzó un balonazo al que Juan Pablo le puso un guante sin dedos, demasiado blando. El meta del Sporting había rechazado antes todas las tentativas aragonesas.

Desde el punto de vista cuantitativo, el Sporting suma otro punto y sigue adelante, aunque el resultado debió saberle agrio. El Zaragoza rescató el empate, pero el tamaño y la cantidad de sus problemas continúan inamovibles: una defensa poco fiable, con turnos para equivocarse; medio campo dislocado, laterales cortos, extremos inermes salvo por algún chispazo de Juan Carlos y nula movilidad sin la pelota... Todo eso provoca una endémica falta de fluidez en el juego. Hay demasiada conducción, poca variedad y ningún ritmo.

Aunque la brillantez era improbable (tal vez una falta de Luis García que devolvió Juan Pablo, algo de De las Cuevas, Barral o Juan Carlos), el viento erosionó aún más el fútbol. Cuando el cierzo se desata, jugar en La Romareda es como volar una cometa en el cabo de Hornos. El césped fue una centrifugadora de vientos y los futbolistas se movieron despacio, como los personajes de las pesadillas. Le vino bien al Sporting, que aguardó apretado y denso. Le bastaban el celo de los laterales, Damián y Canella, y la prolija labor de Eguren y Rivera para cerrar pasillos internos. Trejo no dio tregua en su lado. A Juan Carlos le puso una argolla Damián, uno de esos uruguayos que no hace prisioneros. El chico escapó un par de veces y cruzó dos balones al área a los que nadie respondió. En La Romareda abundan las llamadas perdidas. Al otro lado, Barrera expuso su catálogo habitual de idas a ningún sitio y regresos con pase atrás. Tanto retrocedía que acabó de lateral.

Oportunismo. El Sporting dejó que el Zaragoza soltara hilo y lo puso en solfa en cuanto combinaron arriba André Castro, De las Cuevas y Barral. Sobre todo estos dos. Así hicieron los goles que enjugaron el tanto de Botía en propia puerta, nacido en una comba de zurda subida en el viento por Juan Carlos, de tiro libre. La buscó Postiga pero cabeceó a su puerta el defensa. No hubo tiempo para medir consecuencias, porque Barral empató al minuto. La Romareda le gusta y lo ratificó con oportunismo. El primer gol lo construyó De las Cuevas: antes de ponerla para la hábil media vuelta del goleador, le hizo un nudo a Juárez en el costado. La grada le apretó luego el lazo al mexicano, hasta su sustitución. En el 1-2, el centro de André Castro se emponzoñó en la espalda de Ponzio y Barral madrugó a Da Silva y Roberto para tocar a gol.

Al viento se sumaron los silbidos, así que la tormenta derivó en huracán. Con Juan Carlos cada vez más ofuscado y la grada engullida por la frustración, sólo Rúben Micael anunciaba algo de fútbol. Pero todas sus indagaciones con la pelota acabaron en soliloquio. El portugués propone diálogos y a menudo termina hablando solo. No dio con Luis y apenas con Postiga. El punta anda en fuera de juego más tiempo del deseable, pero es laborioso (ayer pasó la tarde guerreando con Eguren) y ha ordenado mucho su acierto en los remates. Aunque salió Ortí para jugar con dos arriba, al Zaragoza lo reanimó Lafita, que fue hacia dentro y sacudió la comodidad defensiva del Sporting. Juan Pablo tuvo que rechazar un remate abajo del aragonés y luego otro arriba de Barrera. Rivera había lanzado el último proyectil, un tiro alto tras una virguería de De las Cuevas y Barral. Botía se fue dañado y lo relevó Gregory en un tramo final en que al Sporting le costó sujetar el agónico empuje del Zaragoza. Lo acabó pagando. El recibo se lo pasó Postiga a Iván y Juan Pablo. Les tocaba a medias.

El detalle: apoyo al partido de Aspanoa

El Zaragoza salió al campo con una camiseta en la que mostraba su apoyo a la iniciativa tradicional del partido de Aspanoa, a beneficio de los niños con cáncer en Aragón. El choque se jugará el 13 de noviembre en La Romareda, entre los veteranos del Atlético y los del Real Zaragoza. Y el equipo animó ayer a todo el mundo a asistir y llenar el estadio.