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Liga BBVA | Mallorca 0 - Sevilla 0

Caparrós hace pobre al Sevilla

Triste partido de los de Marcelino, que rescatan un punto bajo el aguacero pero pierden imagen. Alfaro perdonó y Varas salvó. El Mallorca mereció más

<b>ESFUERZO. </b>Cáceres intenta despejar un balón que también pelean Chico y Ramis con Javi Varas de fondo.
ESFUERZO. Cáceres intenta despejar un balón que también pelean Chico y Ramis con Javi Varas de fondo.

Bajo el exagerado aguacero de Palma, impropio de esa isla templada, el Sevilla se tiró al callejón y jugó seguramente el peor partido de la temporada. Marcelino y sus chicos involucionan. Después de emocionar a su gente en Barcelona, donde se esforzaron, sudaron y corrieron hasta merecer el empate por más que tuviesen algo de fortuna, sus últimos partidos han sido un despropósito. Alguno se pregunta todavía cómo fue capaz de salvar un punto en Mallorca aunque la respuesta es fácil. Varas, menos héroe pero sobrio, salvó a un equipo planísimo que ni aprieta, ni crea, ni juega y además ayer tenía un enemigo íntimo. Caparrós no se pierde ni un partido del Sevilla, se lo sabe de memoria y le fue ganando metro a metro de terreno hasta que tuvo la batalla donde quería. Pero Alfaro, que se fue de la casa sevillista este verano dando casi un portazo, se encontró con Varas en un remate con la derecha y lanzó arriba otra ocasión planísima. En el Sevilla, de encefalograma plano, fracasaron Trochowski y Rakitic, fichajes de alto rango que ya enseñan miserias. Marcelino, el Sevilla, caminan hacia atrás.

Caparrós, sin embargo, crece con el Mallorca. Lo llamó Serra después de su extraño lío con Laudrup y el utrerano, después de su aventura con el magnate Chagaev de las pistolas del Neuchatel, ha respondido exactamente como se esperaba de él. A Caparrós le encanta decir que el fútbol es una gran mentira, pero él no engaña a nadie. Pone orden a sus equipos, les imprime carácter y no renuncia a nada. Ahí abajo, con el impermeable del Mallorca, parecía capaz de comerse el mundo. Marcelino acabó resguardándose de la lluvia. Caparrós, como el Mallorca, quiso más. Pina y Tissone estuvieron mejor colocados y más rápidos en la recuperación que Medel y Rakitic. Y Nsúe, Alfaro y el Chori se movieron bien entre líneas. Crearon más peligro que el Sevilla, apagadísimo toda la tarde y añorando las ausencias de sus delanteros. Manu no fue referencia, Armenteros deambuló por el campo y Trochowski se apaga. Navas lo intentó a ratos. Ahora está en el foco de las críticas pero no es mucho menos jugador que antes. Simplemente, se le exige más. Pero Navas juega lejos del área y cuando llega levanta la cabeza y apenas tiene compañeros de viaje. El no-juego del Sevilla se ha vuelto de un aburrido horroroso. Es extraño, poco comprensible.

El partido estuvo en las dos piernas de Alfaro en un arco de tres minutos. En el minuto 64 orientó con maestría un balón con el pecho pero llegó forzado y golpeó con la pierna izquierda fuera. En el minuto 66, aprovechó un centro de Castro y se acomodó bien la pelota, pero para cuando golpeó Varas se había adelantado unos metros y se había hecho gigante. Es un gran portero Varas y está lleno de confianza. De sus paradas ha vivido el Sevilla en Pamplona, el Calderón, Barcelona y en casa varias tardes, especialmente la del Valencia.

¿Qué le pasa al Sevilla? Caparrós, estudioso, debe saberlo. Marcelino, tal vez. Los resultados no esconden una realidad preocupante, enmascarada con algunos síntomas de recuperación de un equipo que estaba enfermo terminal la temporada pasada y que esta año llevaba un disfraz más serio. Pero se ha caído. Le salva al Sevilla la actitud, positiva, que le permite no haber perdido todavía fuera de casa. Los jugadores se han comprometido con el mensaje de Marcelino. Es la única perspectiva positiva desde donde se puede mirar esta manera mediocre de sacar puntos. La gente del Sevilla pide más.

Marcelino se acordó de Campaña y Luis Alberto y el Sevilla al menos se acercó al área. Falta recordarle al delantero que cuando hay un compañero solo, hay que dejarse de vaselinas. Una cosa es ser un jugador distinto, que lo es, y otra cosa egoísta, que no debe serlo. El 0-0 final dejó paso a la sala de prensa. Allí, una vez más, Caparrós, un personaje de este teatrillo, volvió a dejar la frase que simplifica el fútbol: "Lo importante es meterla". Un sabio.

El detalle: la lluvia ahuyentó a la afición

La intensa lluvia alejó a la afición del Iberostar. Cayó con mucha fuerza durante toda la primera parte, aunque luego el temporal amainó. Aguantó bien el campo, pero deslució el espectáculo. Sólo 11.900 espectadores acudieron al partido, que no fue ninguna maravilla. Alguno hizo bien quedándose en casa.