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real madrid 7 - osasuna 1 liga bbva

Atracón del Madrid a la hora del aperitivo

Di María dio tres goles antes de lesionarse. Cristiano Ronaldo firmó su cuarto hat-trick. Debutó Nuri Sahin. Benzema salió desde el banquillo e hizo dos tantos. Arbeloa regaló otros dos.

Luis Nieto
Atracón del Madrid a la hora del aperitivo

El Madrid es infinitamente superior a Osasuna por muy temprano que se levante. Hoy saltó de la cama y liquidó sin piedad al equipo navarro con el fútbol colectivo, de alto mando y sin fisuras que le mantiene en la cima de esta Liga. Di María estableció un tiempo de paso inalcanzable para un Osasuna con excusas (nueve bajas son plomo en la moral y en las piernas) y regaló tres goles antes del descanso (suma once asistencias en diez partidos). Su lesión es una terrible noticia para el Madrid, amortiguada por el bienestar general. Cristiano le sacó brillo a su Bota de Oro, con su cuarto hat-trick del curso; Higuaín no dejó pasar una y Pepe y Sergio Ramos son cemento armado. Esa oleada de entusiasmo y brillantez arrastró a Özil a ratos. Después del descanso volvió a sacar a la superficie su fútbol distinguido tan del gusto del estadio.

El Madrid desarmó a Osasuna con un argumento que paraliza a la presa: la recuperación relámpago del balón. Mendilíbar procuró que su equipo no se encastillara demasiado. La pretensión era resignarse al dominio blanco, pero no al asedio. Y eso exigía enganchar tres o cuatro contragolpes que hiciesen pensar al Madrid. No llegaron y el desánimo de perseguir y perseguir sin lanzar una mano derrumbó al equipo navarro.

El Madrid se echó la muleta a la derecha de Di María y fue construyendo su faena con firmeza y sin prisas. Durante 20 minutos todo quedó en grado de tentativa: una media vuelta fallida de Khedira, al que mejor le ha venido esa mejoría general; un cabezazo flojo de Higuaín; un derechazo mordido de Di María. Pero cuando se acercó la hora del aperitivo el Madrid disparó su apetito.

Di María buscó una y otra vez al novato Satrústegui y acabó sacando una rosca hacia dentro que hizo escala en la coronilla de Cristiano antes de superar a Andrés Fernández. Osasuna aún asomó la cabeza con un empate pícaro. Pepe había salido del campo para que el médico mirase su tobillo y mientras banquillo y futbolistas blancos reclamaban su reingreso, Raúl García sacó con rapidez una falta e Ibrahima salvó la salida de Casillas. Un gol de pasado atlético contra un Madrid al que, en esa jugada, se le pegaron las sábanas.

El Bernabéu entendió que Álvarez Izquierdo toleró de forma inconveniente la picardía navarra y le pilló el 2-1 en plena reclamación. El cabezazo de Pepe ahogó la queja colectiva y la rabia propia. La entrega volvió a ser de Di María, como la del 3-1, que llegaría seis minutos después, aunque Higuaín le dio un trámite más largo. Recibió el pase profundo, recortó y colocó su derechazo lejos del guante izquierdo de Andrés Fernández.

La segunda mitad dejó para el Madrid una muy mala noticia, la lesión de Di María por exceso de celo (forzó demasiado su pierna izquierda para salvar de tacón un intrascendente fuera de banda), y unas cuantas magníficas. Özil firmó veinte minutos estupendos, en los que provocó el penalti y la expulsión de Satrústegui; Cristiano Ronaldo sumó su cuarto hat-trick del curso; Arbeloa se apuntó una asistencia de extremo y otra de mediapunta, dos benditas rarezas; Mourinho pudo juntar a Higuaín y Benzema y el francés dibujó en sus goles, diferentes pero soberbios, que está sobrado de fundamentos e impecable de silueta; debutó Sahin y lo hizo junto a Xabi Alonso, concesión el técnico a las bellas artes; y Coentrao también regaló un tanto para no desmerecer de Marcelo.

Para Osasuna, en cambio, cada noticia fue peor que la anterior. En nueve minutos se tragó tres goles más y se vio desbordado con un equipo que juega por los puntos, por el récord de goles y por mandarle al Barça un mensaje de superpotencia a superpotencia. Un mensaje contundente y amenazador.