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Liga de Campeones | Viktoria Plzen - Barcelona

El Barça se curra los octavos

Messi, con otro hat-trick, y Fàbregas conjuran la agresividad local. Los checos jugaron una hora en inferioridad. Leo suma 202 goles como culé.

<b>UNA PIÑA. </b>Los jugadores del Barcelona celebraron todos los goles que anotaron ayer en Praga.
UNA PIÑA. Los jugadores del Barcelona celebraron todos los goles que anotaron ayer en Praga.

Más allá de la circunstancia de que el Barcelona certificó ayer en Praga su pase a los octavos de final de la Champions dando además un paso muy importante para acabar como primero de grupo a falta de dos jornadas por jugarse, quedó claro que los checos son gente de palabra. En la previa del partido, tanto el capitán del Viktoria, Pavel Horvarth, como el técnico del equipo, Pavel Vrba, dijeron que esta vez no iban a ser los corderillos del Camp Nou y que su última preocupación iba a ser quién se quedaba con la camiseta de Leo Messi. Lo cumplieron. Donde una vez hubieron corderillos, aparecieron los compañeros de curso de Conan el Bárbaro y tampoco nadie fue a por la camiseta de Messi. Quien quiere una camiseta cuando hay unos hermosos tobillos. Aún así, los pies que culminan esos tobillos marcaron tres goles que dejan a la Pulga con 202 tantos como blaugrana.

Y es que el Barcelona tuvo que sudar su clasificación, porque ni cuando se quedaron los checos en inferioridad a falta de una hora para el final por la expulsión de Cisovski, los de Plzen bajaron su intensidad en el juego, que estuvo acorde con una grada  volcada con los suyos.

Guardiola dejó a Iniesta por tercer partido consecutivo en el banquillo, junto al renqueante Xavi mientras que Villa fue el jugador descartado. El resultado fue un equipo titular en el que sólo repetían seis respecto a los que se enfrentaron a los checos en el Camp Nou.

La calidad culé. El Viktoria, en cambio, con casi los mismos hombres que apenas pasaron del medio campo en Barcelona, cambió por completo su actitud. Esta vez salieron muy agresivos (incluso en casos concretos, un poco pasados de vueltas) y decididos a ir a buscar al Barça a su campo.

Los primeros minutos del partido ofrecieron un paisaje desacostumbrado para lo que son los partidos del Barcelona. Sin control y achicando agua ante las oleadas de la caballería bohemia, Pep Guardiola se desgañitaba desde la banda.

Pero por mucho que uno se esfuerce, apriete y trate de intimidar, contra el Barça, eso no basta. La calidad acaba imponiéndose. Por eso, Valdés reivindicó su enorme culpa en haber entrado en la historia del Barça con un paradón ante Petrzela a los once minutos que le permite convertirse en el portero que suma más minutos seguidos imbatido en la historia del Barça.

Aferrados a esa parada, el Barça fue haciéndose con el control del partido gracias a un Messi que volvió a demostrar que la dureza del rival le motiva más aún y un Thiago hiperactivo. Entre estos dos protagonistas se coció la jugada decisiva del encuentro. Thiago robó, asistió a Messi, que fue objeto de claro penalti y expulsión. Tan claro como el que le habían hecho poco antes a Fàbregas.

Leo marcó el 0-1 y a partir de ahí, el Barça ya fue el amo y señor del partido liderado por un Leo enchufadísimo, como lo demuestra que marcara sus otros dos goles en el último minuto de cada tiempo, el cuarto, tras asistencia de Piqué. Entre medio, Fàbregas también había marcado. La generación del 87 tirando del carro.