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Liga BBVA | Granada 0 - Barcelona 1

Xavi contra el aburrimiento

Un golazo de falta decide un partido nefasto. Muñiz ofrece un innecesario recital de tarjetas. El Barça dio la sensación de no divertirse sobre el campo.

<b>GOLAZO DE XAVI. </b>De esta manera, con un tiro limpio y perfectamente ejecutado, el Barcelona se adelantó en el marcador, una ventaja que no dejó escapar.
GOLAZO DE XAVI. De esta manera, con un tiro limpio y perfectamente ejecutado, el Barcelona se adelantó en el marcador, una ventaja que no dejó escapar.

Menos mal que el partido se jugó a las ocho de la tarde, porque si lo llegan a poner a las diez, los ronquidos del respetable hubieran hecho temblar la Alhambra. Contra el aburrimiento de un partido soporífero sólo se puede aducir el magnífico gol de Xavi y el denodado empeño del colegiado Muñiz Fernández para animar el cotarro a base de tarjetas. Después de la señorita Rottenmeyer y de la profesora de danza de Fama, no ha habido un juez más severo sobre la capa de la tierra. Más allá de estas consideraciones, queda un triunfo blaugrana sin ninguna gloria que le vale para recuperar el liderato temporalmente pero que quita lustre a un equipo, que por primera vez en mucho tiempo dio síntomas de no divertirse sobre el terreno de juego. Se les hizo largo el partido. Concretamente, una hora largo.

Y eso que Guardiola trató de poner salsa desde el inicio con la alineación. Dejó en el banquillo a dos de los mejores elementos de los últimos partidos, Adriano e Iniesta, y sacrificó a Villa en beneficio de Isaac Cuenca, que debutó como titular en el Barcelona.

En la primera parte, el Barcelona mantuvo el nivel mínimamente y puso a Roberto a prueba en diversas ocasiones. Messi, con su única jugada para recordar en el partido, Cuenca, Xavi, Pedro y Abidal buscaron el gol en lo que era un monólogo barcelonista. De hecho, el Barça tenía la pelota, pero sin hacer daño, mientras que el Granada se empeñaba en batir el récord mundial de perder el balón rápidamente. Si a eso le sumamos un árbitro que parecía loco por sacar tarjetas, condenaba el partido a un ritmo de geriatrico.

Se hace la luz. Cuando la niebla se hacía más espesa, apareció Xavi, jugador que según todos los analistas, parecía condenado a descansar. Pues menos mal que Guardiola porfió en su intervención, porque el de Terrassa marcó un golazo de falta que al final se reveló como decisivo.

A diferencia de otras ocasiones, el tanto no fue la rampa de lanzamiento del equipo. Al contrario, supuso la firma de una tregua tácita entre ambos conjuntos según la cual unos, los del Barça, no salían del puré de guisantes en el que se habían metido, y los otros, los del Granada, parecían darse por satisfechos con el 0-1.

Por si fuera poco, el árbitro tampoco ayudó a que los que habían llegado a pagar hasta 170 euros para ver el partido pudieran disfrutar. Su rigurosísimo criterio a la hora de enseñar tarjetas minó cualquier intento de reacción local al expulsar a Jaime a poco de iniciarse la segunda parte.

Hay que anotar que las decisiones de Muñiz fueron igual de malas para uno y otro equipo, pero el Barça tuvo la suerte o la destreza de repartir mejor sus faltas y de que Muñiz no viera un agarrón de Cuenca que, de haberlo visto, hubiera acabado con el canterano en el vestuario antes de tiempo. También hay que señalar que la única aproximación local se señaló erróneamente como fuera de juego.

El Barça apenas creó ocasiones en el segundo tiempo, a excepción de una de Messi que Mainz sacó sobre la línea, y el Granada no chutó ni una vez a puerta. Además, acabó con nueve. Ni eso acabó por animar el partido.