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liga bbva | granada 0 - barcelona 1

Xavi termina con la sequía

El Barcelona dominó siempre pero creó pocas ocasiones y sólo marcó de falta directa. En la segunda parte no remató a un Granada que pasó muchos minutos con diez y acabó con nueve.

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<strong>XAVI SALVA LOS PUNTOS.</strong>
XAVI SALVA LOS PUNTOS.

No fue ni mucho menos un buen Barcelona si se pone al equipo de Guardiola ante el espejo de su propia leyenda. Desde luego, no fue un gran Barcelona. Y como el partido viene después de hacerle pocos goles al Viktoria y ninguno al Sevilla, habrá quien vea síntomas de oxidación. Seguramente no sea para tanto pero este Barcelona no fue el equipo malabarista que no goleó al Plzen por pura mala suerte o el equipo corajudo e insistente que convirtió en héroe a Javi Varas con una tonelada de remates. Este Barcelona fue funcionarial y plano y salvó un partido de esos que hay que salvar, uno de esos en los que la diferencia entre un 0-1 o un empate (0-0, 1-1...) significa títulos en la aritmética de estos campeonatos de nuevo cuño en los que Real Madrid y Barcelona pelean por cada palmo de terreno sin permitirse un respiro, no digamos un día libre.

Puede que tenga que ver con ese calendario draconiano que tiene con el ceño fruncido a Guardiola, o con el reparto poco equitativo de minutos al que han obligado las lesiones musculares. O con los picos y valles de forma que dibujan finalmente estas temporadas extenunantes. Sea como fuere, el Barcelona pareció aburrirse, cansarse de dominar y empujar; se acomodó hasta el bostezo y dejó vivo hasta el final un partido que tuvo siempre en su mano pero que sólo resolvió con un disparo de falta directa de Xavi pasada la media hora. Un bonito gol para un partido que, de más a menos, no lo fue tanto.

Xavi nunca descansa y tampoco lo hizo en el primer partido del Barcelona en Los Cármenes en más de tres décadas. Xavi nunca abandona y nunca delega de su compromiso como mariscal de un equipo y una forma de entender el fútbol pero, golazo al margen (el cuarto de la temporada), pareció lento de piernas y de pensamiento. Y su equipo, que siempre se mimetiza con él, masticó una posesión de balón infinita en un ejercicio de toque horizontal y plano: pocas llegadas y pocos sustos para un Granada que en un puñado de minutos ya había juntado dos líneas de cuatro cerca del área. Fue ese tipo de muralla numantino (la Alhambra era complejo palaciego pero también fortaleza) que parece sedar por puro aburrimiento al Barça: muchos jugadores colapsando las combinaciones por el centro, ayudas constantes contra los regates de Messi. En la segunda parte y a pesar de media hora con diez por expulsión de Jaime, el equipo granadino (acabó con nueve) sobrevivió ante un Barcelona funcionarial que no mató el partido y que evocó, por ejemplo, sus peores minutos en San Sebastián. Esta vez, al menos, acabó sin accidente.

Habrá que esperar a los próximos partidos para saber si fue síntoma o simple pereza, anemia de una tarde-noche de martes. A la falta de chispa de Xavi le acompañó un Cesc peleado consigo mismo y una improductiva banda derecha Alves-Pedro. El brasileño no generó juego y el canario, que se fue lesionado, no encontró remates ni paredes en el área. Tampoco apareció Messi, peleado con las musas que le han dado la espalda en la última semana. El argetino empezó bien, participativo y vertical, pero terminó enfurruñado y disperso, fallón en el pase y espeso en el desborde. Como lo que no es no es, la defensa salvó sobre la línea su mejor ocasión tras asistencia de Villa. El Barcelona no mejoró ni con el asturiano ni con Iniesta y no ofreció un buen bautismo en la titularidad para Isaac Cuenca, que jugó en la izquierda y dejó detalles. No tuvo continuidad porque tampoco la tuvo, en términos de llegada, el Barcelona.

La Liga tiene partidos así y el Barcelona al menos evitó un sofoco en un día notablemente gris. Lo malo es que le viene a continuación del empate ante el Sevilla, lo bueno que sigue sin conceder ni goles ni ocasiones a unos rivales que viven embotellados, basculando con la lengua fuera y felices con todo lo que sea mantener al Barça con el freno de mano echado. Por eso el público aplaudió al Granada y por eso el Barcelona se limitó a pasar el trago, amarrar los puntos y dejar el arte para otro día. El calendario, y quizá ahí esté parte del problema, está lleno de ellos.