Liga BBVA | Atlético de Madrid 1 - Mallorca 1
El Atleti siempre fracasa igual
De nuevo, dominó sin peligro. El Mallorca, ramplón, se adelantó de penalti injusto. Falcao igualó en otra pena máxima. Los locales, seis partidos sin ganar.
Este Atleti es el protagonista de Atrapado en el tiempo sin gracia. En la peli, Bill Murray vive el Día de la Marmota una y otra vez, pero en su desesperación, al menos, improvisa una manera diferente de suicidarse cada día. El plano equipo rojiblanco no tiene ni siquiera ese recurso. Todos sus partidos son el mismo y también el final (la progresiva descomposición entre bostezos de un proyecto). Hasta al triste desenlace siempre llega de la misma forma: aburriendo a base de fingir que domina cuando, en realidad, sólo deja transcurrir los minutos a la espera de que suceda algo extraordinario que provoque el gol que él no sabe cómo fabricar.
Por ejemplo, un penalti injusto. Pero ayer ni siquiera tuvo esa suerte, ya que la escopeta de feria con silbato que es Borbalán pegó el tiro en el otro área. A los 20 segundos, un centro de Tissone dio en el codo de Sílvio, que tenía el brazo tatuado al cuerpo, se giraba para apartarse y no mostró interés alguno en tocar la pelota. Dio igual. Penalti y gol del infalible Hemed, que lleva cuatro de cuatro desde los once metros. Todos sus goles, por otra parte.
La ventaja le sentó a Caparrós como anillo al dedo. Su plan original era simple, de hecho constaba sólo de dos puntos: encerrarse y esperar una contra. Con el gol pudo tachar el número 2 y limitarse a observar cómo el Atleti se estrellaba contra la defensa mallorquinista y su propia ceguera en cuanto atisba el área rival, al que se asoma igual que los antiguos a Finisterre, como si más allá de esa extraña línea blanca no hubiera nada, sólo el vacío.
Ayer Manzano no reservó en su búsqueda de esos goles que le permitan recuperar el pulso. Dos puntas (Falcao y Adrián), dos jugones (Diego y Arda) y dos laterales ofensivos (Sílvio, que lo es, y Filipe, que lo era). Y tras unos minutos tambaleándose por el golpe inicial, el Atleti cogió el mando. Pero, de nuevo, una vez que lo tuvo no supo cómo convertirlo en ocasiones.
Justamente deslumbrado por el Barça, el Atleti ha decidido que tocar lo es todo. Pero sin movilidad, velocidad ni desborde, sólo es un rondo. Diego, encomiable su constancia, yendo y viniendo, ofreciéndose siempre, agarraba la pelota y al girarse sólo veía un cuadro: mucha gente quieta sobre un prado. Únicamente Sílvio recordaba que, si mueves rápido las piernas, aceleras.
Polémicas.
Borbalán era el único que animaba el cotarro. Primero no pitó un penalti por una mano de Bigas bastante más clara que la del 0-1. Sin embargo, Ramis le puso sencillo animarse a señalar otra pena máxima en el minuto 43, con un empujón tan tonto como obvio sobre un Falcao sin opciones. El colombiano, más activo ayer, empató y permitió al Calderón irse al descanso con sensación de alivio. E incluso podría haber sonreído si, nada más reanudarse, Adrián, a gran pase de Arda, hubiera aprovechado su enésimo mano a mano. Normalmente se los paran, ayer ni tiró a puerta. Esa mirilla no está bien.
Quedaba un mundo, pero ya no hubo ocasiones claras, por más que la mediocridad de juego e intenciones del Mallorca mereciera castigo. Un tiro lejano de Reyes, un cabezazo de Falcao, una falta de Diego que desvió la barrera y ya. Fracaso por aburrimiento. Lo mismo que ayer, que anteayer y, si Manzano no inventa algo, también que mañana.