Liga BBVA | Osasuna 3 - Real Zaragoza 0
El Reyno de las calamidades
El Zaragoza sale volteado de Pamplona. Osasuna lo retrató con una goleada. Marcaron Raúl García, Nino y Nekounam. El deseo y el acierto decidieron.
La Liga del Real Zaragoza tiene que ver con la supervivencia. Y si lo olvida, la pondrá en peligro. No se trata de que no le esté permitido creer que este año puede vivir en la zona media. De lo que hablamos es de la actitud con la que afrontar cada partido: con el empeño de los humildes, los que no pueden dar nada por hecho porque, como el emperador soberbio, van menos vestidos de lo que piensan. Con sólo siete partidos en la bolsa, la clasificación dice aún medias verdades y bastantes mentiras. Osasuna y Zaragoza pudieron extraer esa misma enseñanza del partido, aunque desde posiciones antónimas. Uno se dio el gusto de golear y el otro volvió a casa con el orgullo aplanado por una de esas lavativas que pone los pies en el suelo. Sólo Roberto impidió que Osasuna le diera más volumen a su victoria, después de que el bloque de Mendilíbar resolviera el encuentro a partir de balones más o menos residuales, que retrataron a una lastimosa defensa. Si el Zaragoza conocía ese peligro (y cualquiera en el fútbol puede identificar de antemano las armas tradicionales de Osasuna) resolvió olvidarlo o no supo atenderlo.
El partido recuerda que la Liga española es traicionera, engañosa en sus estratos más bajos. Y que ni Osasuna estaba tan lejos de su estándar ni el Zaragoza puede olvidar quién es y de qué va su Liga. Si hacía falta, el 3-0 lo recuerda con crudeza. Después de un arranque más o menos compuesto, al conjunto local le bastaron un par de saques de banda impulsados con riñón de goma sobre el núcleo del área. El primero, además, concedido a Osasuna tras la falta de saque de Juárez. El caso es que al vuelo enérgico de la pelota le siguieron prolongaciones de cabeza y rechaces mal negociados. Un catálogo muy propio del ADN osasunista. Mateos extravió las marcas, Paredes perdió una disputa o rechazó con poco oficio, mientras arriba ganaban los atacantes. Esas jugadas, de construcción menor, sirvieron para que Raúl García y Nino las rentabilizaran en el 2-0. El tercero, sobre la media hora, vendría en la continuación de un tiro libre resuelto con un centro de Nino y un cabezazo inverosímil de Nekounam.
Controversia.
Hélder Postiga se había quedado caído en el suelo por un balonazo recibido en la barrera, lo que generó una polémica que nadie en el fútbol se decide a resolver: con lo fácil que sería ordenar el caso y dejar en manos de los árbitros la decisión de cuándo y en qué circunstancia se detiene un partido con un jugador en el suelo. Osasuna siguió el rechace y Nekounam acabó por cabecear un centro de Nino con un giro antinatural del cuello. Los propios verían un gol soberbio. Los ajenos, un churro. Y todos, el 3-0.
En esos 12 minutos empezó y acabó el partido. Osasuna envalentonó su espíritu en la ventaja y no concedió una sola tregua. Siempre fue más. Llegó antes. Compitió mejor. El Zaragoza no retomó el hilo. No tuvo la pelota y perdió el espíritu. En el cómputo general del partido contó un raquítico tiro a puerta, ya en el tramo final, cuando el encuentro estaba deshilachado y fuera de cualquier juicio. Lo puso Juan Carlos, que había entrado en esos cambios para iniciados que hizo Aguirre: primero metió a Rúben Micael para orillar a Ponzio al lateral zurdo. Luego quitó a Lafita para poner a Lanzaro y jugar con tres centrales. Lo mismo dio. El equipo montaraz del Villamarín no compareció. Si alguien pudo marcar fue Osasuna, con tiros de Ibrahima, Nino o Nekounam a los que se lució Roberto. Más un despeje suicida de Da Silva y alguna llegada conjurada sobre la línea.
Osasuna, con toda su crisis de sensaciones, el eco de una sola victoria, dos empates en casa y un incendio dialéctico de Mendilíbar, entró en el partido sólo dos puntos por detrás del Zaragoza. Lo dejó, claro, uno por delante. El Zaragoza vio frenada con estrépito su evolución que, aun siendo cierta, queda demostrado que no lo pone a salvo de nada. Ni mucho menos de partidos como éste ni rivales del tipo de Osasuna, que le ganó con sus armas. ¿Menores? Puede ser. Por lo visto, más que suficientes.
Los más goleados de primera
El Real Zaragoza había limitado en los últimos tres partidos el número de goles encajados: sólo dos, contra el Villarreal, tras dejar su puerta a cero contra el Málaga y la Real Sociedad. Pero ayer el equipo de Aguirre volvió a las andadas. Encajó tres y, con 16, se coloca como el más goleado de la Liga. Puesto que le cedió, precisamente, Osasuna (15).