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Liga BBVA | Real Madrid 4 - Betis 1

Higuaín es el delantero

Nuevo hat-trick del argentino. El Betis brilló 20 minutos, hasta la lesión de Vadillo. Después se condenó con una defensa demasiado adelantada

<b>DEPREDADOR SATISFECHO. </b>Higuaín celebró exultante su golazo de cuchara, que significaba su segundo 'hat-trick' consecutivo con el Madrid.
DEPREDADOR SATISFECHO. Higuaín celebró exultante su golazo de cuchara, que significaba su segundo 'hat-trick' consecutivo con el Madrid.

Hay pegamentos tan contumaces que no basta una vida para quitarse una etiqueta. Cada vez que Higuaín falle un gol habrá alguien que diga que este chico no ve puerta, nunca la vio. Y como se fallan más goles de los que se marcan, el prejuicio perseguirá siempre a Higuaín sin que importe cuántos revólveres jubila cuajados de muescas o cuántos balones rescata del campo para su colección de trofeos.

A otros les ocurre al revés y no es cuestión de señalar, está feo. Ciñámonos al caso. Higuaín marcó ayer tres goles, que son seis en las dos últimas jornadas de Liga y nueve en cuatro partidos si contamos su hat-trick a Chile vestido de Argentina. Apreciable estadística para un delantero sin gol. Interesantes números para un jugador que se ve penalizado por un aspecto que es mentira, porque ni Higuaín es lento, ni tiene más cadera que Marilyn, ni es hombre de recursos limitados. Digamos que es un gran futbolista en el cuerpo de uno normal. La belleza está en el interior, les recuerdo.

La víctima de Higuaín fue el Betis, equipo al que se esperaba con interés y afecto. Su presentación duró 20 minutos clavados, justo hasta la lesión del joven Vadillo. A tenor del abatimiento que atacó a sus compañeros, cualquiera diría que se habían lesionado a un tiempo Gordillo, Cardeñosa y Rogelio.

Hasta ese incidente el Betis se había comportado como un equipo atrevido y dominador, capaz de presionar al Madrid en su campo y discutirle la pelota. El propio Vadillo fue el primero en disparar a puerta cuando aún no había transcurrido un minuto. Lo que logró el Betis se resume señalando que al Bernabéu se le oían los murmullos, esos que anticipan los primeros silbidos.

Después cayó el niño. Y supusimos que el desconcierto del Betis era la lógica consecuencia de jugar con diez, aunque era más. Porque cuando se recuperó de la inferioridad siguió siendo inferior, como si en vez de perder un jugador hubiera perdido un talismán.

Atrincherado en su campo, el Betis descubrió que las trincheras no son malos lugares donde establecerse. El Real Madrid, ya es sabido, tiene problemas para asaltar defensas ordenadas y Mourinho sigue sin resolverlos.

Suerte que Mel acudió en su ayuda. El Betis salió en la segunda mitad más adelantado, igual que al principio, pero sin las fuerzas de antes, y sin Vadillo, su trébol de cuatro hojas. El efecto resultó fulminante. Marcelo buscó a Cristiano con un pase largo a la espalda de Chica y la carrera entre ambos retrató sádicamente al defensa. Con diez metros de ventaja, Cristiano regaló el tanto a Higuaín.

Tromba. Kaká, otro con etiqueta pegajosa (y precio imborrable), logró el único gol en estático, una rosca exquisita. Higuaín marcó a la carrera para compensar al minuto el tanto de Jorge Molina. En esa ocasión fue a Dorado a quien le chirriaron los goznes. El enésimo pase a la espalda de los centrales significó el tercero de Higuaín. A esas alturas, los defensas ya no tenían dorsal, sino la zeta del zorro.

Si el quinto no llegó es sólo porque Higuaín se enredó con el portero; ya conocen los problemas de este muchacho con el gol.