Liga de Campeones | Real Madrid 3 - Ajax 0
El día de todos los santos
Gol y asistencia de Kaká en una gran victoria del Madrid. Cristiano y Benzema completaron la goleada. Xabi Alonso dio un recital desde la medular.
Kaká: un gol, una asistencia y un penalti no señalado. Conclusión: hay quien se estimula con el látigo y quien lo hace con la confianza. Evidencia: Kaká es un futbolista delicado para lo bueno y para lo malo. Sospecha: nunca llegará al nivel que tuvo si no es jugando mucho y sintiéndose importante. Y es posible que ni así lo consiga, cuesta volver sobre nuestros mejores pasos. La cuestión, no obstante, no se debe plantear desde el lamento, sino desde la oportunidad: qué objeto tiene poseer un reloj caro si no es para lucirlo y disfrutarlo. Si retrasa vives más y si adelanta llegas antes.
Kaká, como el caviar, no tiene más amortización que el uso. En la búsqueda de sí mismo alternará perlas con desmayos (se vio anoche), pero su contribución resultará rentable si nos abstraemos de los 67 millonazos que costó. Kaká es una buena influencia para el juego porque lo agiliza y para el espíritu porque dice cáspita. No le midan de otra forma.
Ganó el Madrid, ya lo sabrán, pero antes que el fútbol habrá que celebrar las revelaciones con las que se acompañó la goleada. La primera está mencionada, Kaká, y la segunda se relaciona directamente con él: Kaká y Özil pueden jugar juntos sin que el campo se llene de pompas de jabón y el partido se convierta en una fiesta de pijamas. No son iguales, aunque juegan a lo mismo.
La siguiente confirmación también tiene que ver con la fabricación del fútbol. Xabi Alonso mostró ayer su amplísimo catálogo de pases en largo y descubrió que no sólo de la caballería vive el Madrid. El murmullo del Bernabéu mientras esos balones volaban (oohh) y el clamor cuando se posaban en los pies de un compañero (aahh) convalidan por una salida a hombros. Es curioso: todavía hay quien dice que ese estadio se manifiesta fríamente. No quieren público, quieren Sabandeños.
Hasta los holandeses quedaron hipnotizados por esas pelotas volantes, como si también ellos quisieran comprobar el aterrizaje en la diana. Resulta extraño, pero se mostraron incapaces de defenderse de esas catapultas.
Eso sí, lo que nadie les quitará será su primer cuarto de hora: 15 minutos de dominio, con ocasiones relevantes que exigieron lo mejor de Casillas. Sí, el Ajax tuvo una presentación de equipo grande, digna del guerrero mitológico que adorna su escudo (dibujado en once trazos, por si les inquietaba la cuestión).
Suicida. No hay duda de que Frank de Boer estudió el vídeo del partido contra el Rayo, pero no se sabe si lo entendió. Si lo hizo su elección nos queda clara: prefirió una derrota honrosa antes que un fracaso incierto. Del mismo modo que el Rayo, el Ajax salió a por todas e igual que los vallecanos abrió el campo de forma suicida.
Y con campo por delante no hay equipo ni cuadra de caballos que galope como el Madrid. El primer gol fue la quintaesencia del contragolpe, un maravilloso despliegue al primer toque que implicó a medio equipo y culminó Cristiano. El segundo fue un zurdazo de Kaká y en el tercero él mismo asistió a Benzema. ¡Gooool!, gritó el francés; cáspita, dijo el santo.