Liga Adelante | Osasuna 0 - Sevilla 0
Perotti echa una mano
Osasuna se redime del 8-0 con rabia, pero no ganó. El Sevilla decepciona: sin jerarquía ni carácter ganador. Javi Varas salvó el partido ante Nino
La redención de Osasuna se estrelló en un brazo y cuatro ojos. La mano fue la izquierda de Diego Perotti, que cometió un penalti de libro bien avanzada la segunda parte. Los cuatro ojos fueron los dos de Del Cerro Grande y los dos del asistente. Ninguno alcanzó a ver el penalti del argentino. El Reyno de Navarra, un incendio de indignación, murió con su equipo porque vio pasión, ardor. No le vio ganar de milagro pero comprobó que el corazón rojillo sigue con latido firme después del trompazo que se llevó de Barcelona. Quien quedó malparado otra vez fue el Sevilla, incorregible Sevilla, que volvió a pasear una imagen fantasmal por Pamplona. Sin cogerle el pulso al partido, sin personalidad y con decisiones extrañas desde el banquillo. Marcelino rotó porque en el horizonte estaba en Valencia. Hasta ahí la apuesta se le podía comprar. Pero sus cambios resultaron diabólicos para su Sevilla (Rakitic, Kanouté y Perotti ni la vieron), que no es nadie sin Negredo, su luz constante. Terminó pidiendo la hora, asustado por la avalancha de Osasuna, que se entregó y se dejó todo hasta el final pero que no tuvo fortuna. Osasuna ha pasado página con dignidad del desastre del Barcelona. El Sevilla, que podía haber dormido líder si hubiese realizado un ejercicio de autoridad, sigue invicto en la Liga pero no puede engañar a nadie. No ha perdido y hace equilibrios en la zona europea con ocho puntos, pero no convence porque no da muestras de mejora.
Su nivel le obliga a mucho más en la casa de un equipo con una plantilla a años luz de la suya y que además llegaba hecho un despojo del Camp Nou, donde había sido zarandeado sin piedad. Al Sevilla, no se puede olvidar, le salvó el partido Varas en un mano a mano de campeonato ante Nino, viejo zorro que se sabe todas pero que no pudo con el canterano. Hizo un paradón que luego fue contestado por Andrés. Pero su parada ante Manu fueron reflejos. La de Varas, intuición. Está de dulce el de Pino Montano.
La película del partido estaba clara. Osasuna, con demasiadas cosas que reivindicar, empezó como un ciclón y el Sevilla, con una empanada considerable, ni vio venir a Lamah. El belga, que ya enseñó sus credenciales en el Calderón el primer domingo de Liga y es casi inalcanzable con su zancada interminable, jugó a lo que quiso y empujó a Osasuna. Varas salvó un remate de Cejudo; Spahic y Fazio, desbordados, vieron cartulina amarilla y Lolo, ex sevillista que hace vida ahora en Pamplona, engañó a Varas en el lanzamiento de una falta que el portero colocó mal. No fue gol de milagro. Hasta entonces, minuto 16, el Sevilla fue barrido del campo. Marcelino, que quiso oxigenar al equipo con las apariciones de Martín Cáceres, Fazio y Armenteros, no encuentra todavía explicaciones (ni soluciones) a esa falta de personalidad ya crónica. Al Sevilla le cuesta imponerse en cualquier campo. Se enmendó algo avanzado el primer tiempo y llegó a balón parado, pero fue flor de un día. El plan era arriesgado pero cristalino. Aguantar hasta el minuto 60 y sacar a los jugones. Pero fue un desastre.
Marcelino dejó boquiabierto el personal y quitó incomprensible del campo a Negredo. Había sido su mejor futbolista de largo, había reventado a Roversio y dio el balón de gol a Manu que el jiennense falló a tres metros. Negredo es intocable en mayúsculas en este Sevilla cogido con alfileres. Entonces el Sevilla desapareció del mapa misteriosamente y fue engullido por Osasuna, que persiguió el gol hasta el final y hasta lo encontró en un remate de Kike Sola que batió a Varas. Esta vez, sin embargo, el asistente sí vio que estaba en fuera de juego. Llegar al final fue un drama para el Sevilla, que tenía en mente lo sucedido en ese escenario la temporada pasada (aquellos tres goles en 45 minutos de Osasuna para remontar un claro 0-2) y que no para de sufrir: ante el Málaga aunque ganó, en Villarreal, ante la Real Sociedad y ayer en Pamplona. Es la señal de que algo no marcha. Es urgente solucionarlo.
El detalle: José María del Nido no estuvo en el palco
El presidente del Sevilla no pudo viajar hasta Pamplona por motivos profesionales. José María del Nido vio el partido en la Federación de Peñas sevillistas 'San Fernando', en su sede de la capital hispalense. No es habitual que el máximo mandatario se pierda los partidos de su equipo, aunque esta vez era entre semana y tenía asuntos profesionales.