Banega fue de líder

El Valencia suma y sigue. Se empeñan los de Emery en quitarle a esta Liga el cartel de bipolar. Va de líder en septiembre y lo es gracias a los goles de Soldado (cinco en tres jornadas) y al buen hacer del colectivo, aunque mención aparte merece la actuación de Ever Banega. Trayectoria opuesta la del Sporting. Cero puntos en su casillero. Luces rojas alumbran El Molinón, aunque hay paciencia entre sus parroquianos, al menos ayer se marcharon a sus casas sin poner el grito en el cielo, y Preciado es de los que saben resurgir de sus cenizas.

El partido se decantó del lado ché por su propio peso. Fue sólo por un gol, obra de Soldado a la media hora al aprovechar un rechace de Juan Pablo tras disparo de Jonas, pero ganó el que lo mereció. El Valencia simplemente demostró ser más equipo e individualmente, superior. A Ever Banega lo ves por la calle y tiene pinta de desaliñado, pero vestido de corto y (cuando quiere) organiza el fútbol como pocos. Ayer marcó los tiempos y resquebrajó la telaraña de Preciado. Tiene el don de saber estar, calidad para desequilibrar y criterio para dirigir.

Los de Emery hicieron suyo el balón. Por incapacidad u omisión, el centro del campo del Sporting no existió. Albelda y Banega sobresalían en cada acción. A este Valencia no le quema el esférico. Toca y toca hasta el infinito y más allá. Ficharon a Víctor Ruiz para hacer fuerte a la zaga (desde su llegada no han encajado gol) y darle sentido a la salida. Se ofrece a los medios, al igual que Ramí, y oxigena la circulación.

Banega supo aliarse con sus centrales y liberarse de tensiones. Digamos que tiraron de la manta del Sporting, porque cuando los Barral, Novo o Castro avanzaban metros para presionar... pam. Pase entre líneas y espacios libres para los Jonas, Pablo, Canales y Soldado. Así fue como nació la jugada del gol, así bien pudieron caer un par más (con travesaño tras disparo de Jonas incluido).

Vio Preciado por dónde le venían los males y por ello la salida de Sangoy. Jugó con dos delanteros casi más para defender la salida ché que para atacar. Realmente al Sporting sólo le daba vida el desparpajo de De las Cuevas. Suyas fueron las contadas veces en las que pillaron a la zaga blanquinegra (ayer de negro zaino) en un renuncio. En una tuvo el gol Canella; en otra, Barral. Pero en ambas apareció Guaita. Ahora que tanto se habla de rotaciones en la portería ché, ávido está el canterano de seguir dando motivos para ser titular en Liga. Paradón el suyo a un disparo envenenado de Barral en el minuto 82. Pero no se piensen que por tal secuencia de llegadas el Sporting mereció el empate, porque Juan Pablo también paró de lo lindo. De hecho, si las ocasiones sumaran, sendas de Soldado y Aduriz hubieran valido por todas las demás.