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EUROPA LIGA | SLOVAN 1 - ATHLETIC 2

Bielsa disipa las dudas con su primera victoria

El Athletic fue superior ante un rival sin ideas y con exceso de dureza. Susaeta anotó en el 12 y Muniain, tras una gran jugada individual, en el 39. Bielsa consigue su primera y merecida victoria.

P. BARGUEÑO
<b>SLOVAN 1 - ATHLETIC 2</b>.
SLOVAN 1 - ATHLETIC 2.REUTERS

Hierve la sangre de 'Dubo' al contemplar, desde su pedestal, lo poquito que hizo su amado Slovan sobre el terreno de juego del Pasiensky Stadium, el mismo feudo, donde, inexplicablemente, sí pudieron ganar a la Roma.

Peter Dubovsky no lo hubiera permitido. Al menos hubiera intentando alguna genialidad, una de esas excentricidades a las que tenía acostumbrados a los aficionados del Oviedo... e incluso a los del Real Madrid. Sin embargo, poco más podía hacer el Slovan Bratislava ante el Athletic, netamente superior. En Eslovaquia nunca habían visto leones tan de cerca.

Bielsa ya notaba sobre la goma de sus gafas la presión de una afición que reclamaba victorias. El buen juego ya se había visto en los partidos anteriores, y este encuentro tenía mucho de reválida anticipada. Esta tarde, hubo profundidad, juego combinativo y rápido. Desde los primeros minutos, cuando ya el Athletic metió en su propia cancha al Slovan. Un par de disparos después, -Gabilondo e Iturraspe- llegaba el gol de Susaeta. Un tanto de los que sirve, además, para que Bielsa hinche el pecho, pues seguro fue de su agrado: pase interior de Llorente a Muniain, que desde la línea de fondo puso el pase atrás a Susaeta.

El Athletic cada vez se sentía más a gusto sobre el mal iluminado e irregular terreno de juego eslovaco. Movía con soltura el balón de banda a banda y creaba peligro sobre la meta de Putnocký. En el minuto 20, Gabilondo tuvo otra clara ocasión, pero su disparo se paseó sobre la portería tras una buena individualidad de Iraola. En ese lapso de tiempo, el Slovan dijo basta y comenzó a golpear. Y duro. El objeto de las iras eslovacas no podía ser otro que Muniain, cuyas travesuras no eran del gusto local. Primero Kaldrubsky, y luego Guédé, dejaron sus credenciales sobre las piernas del joven futbolista.

El Slovan Bratislava estaba empezando a dar una penosa imagen, con su dureza, su poca imaginación y su falta de calidad y determinación. Así que esbozó un par de tímidos contraataques, que consiguieron mermar mínimamente el juego de los leones. En ese momento, minuto 30 en el marcador, Guédé, un centrocampista alemán con nacionalidad eslovaca con algo más de calidad, aprovechó un rechace en el área de Iraizoz para firmar el empate.

Sin embargo, no se amilanó el conjunto de Bielsa, que desde luego no merecía tan severo castigo. Corría ya el minuto 40 cuando Muniain dejó claro que es un jugador que marca las diferencias: control rapidísimo, un sombrerito y un disparo perfectamente colocado. Todo dentro del área, rodeado de defensas y en unas décimas de segundo. Quizá por ello, como castigo, los eslovacos le volvieron a zurrar, previa ley de la ventaja que desaprovechó Llorente en un mano a mano con el guardameta.

En la segunda mitad el panorama no cambió mucho. Sí es cierto que tras la reanudación el Slovan mandó un balón al palo tras un remate de Sebo, a pase del capitán Zofcak. Y que hubo algún error motivado por una falta de coordinación entre Iraizoz y su defensa... pero el Athletic seguía el guión al pie de la letra, y es de alabar que los pupilos de Bielsa asimilen tan rápidamente los conceptos del 'Loco'.

Hubo más juego duro por parte del Slovan, que ya lleva catorce partidos oficiales esta temporada, pero que se comportó como un rival flojito y por momentos malcriado. Tampoco se le concedieron al equipo de juventud de Dubovsky esos quince minutos de empuje y sensación de peligro injusta que el fútbol regala a menudo.

Bielsa desarrolló un juego veloz, con bastante verticalidad y criterio, y aunque la entidad del rival no permite sacar grandes conclusiones, los duelos europeos nunca son sencillos, y el argentino consiguió su primera victoria en el momento más indicado, justo antes de encenderse las primeras alarmas.