Diego Alves se lo pone difícil a Guaita... y a Emery

Unai Emery volvió ayer a la faena. Ya sólo piensa en el Atlético de Madrid y en mejorar lo que no le gustó ni a él ni a nadie (excepto lógicamente a Héctor Cúper) del día del Racing: el entramado defensivo. "Se pudo ver en el primer partido que jugamos, es en defensa donde tenemos que aplicarnos más y en ello estamos trabajando", apuntaba ayer Unai Emery en su blog de internet. Y para "completar la defensa" llegan Víctor Ruiz y Barragán, dos futbolistas que podrían incluso apuntar al once ante el Atlético.

Precisamente del conjunto que entrena Gregorio Manzano también escribió el técnico vasco. Hace Unai Emery cierto paralelismo entre el Atlético y su Valencia, a fin de cuentas "ha dejado escapar a sus dos grandes figuras (Agüero y Forlán) pero las ha sustituido, pieza por pieza, y con hombres importantes". El del Atlético será el primero de "una serie intensa de partidos para los que vamos a necesitar a todos". Apunten el carrusel. Atlético, Genk, Sporting, Barcelona, Sevilla y Chelsea.

Miguel Brito se entrenó ayer como uno más, que es lo que es. De repente parece que el portugués es el germen de todos los males del Valencia y casi que debería de llevar perenne el cartel de persona non grata en Paterna, cuando en verdad el mal se lo hace así mismo y en lo que respecta al colectivo ha sido como es desde el primer día que llegó, y si no queremos remontarnos tanto en el tiempo sí al menos es el mismo que era antes de irse de vacaciones. Nadie puso el grito en el cielo porque viajará como uno más (que, insisto, es lo que sigue siendo) hasta la concentración en Austria y, sin embargo, en los últimos días, a raíz de ser él quien pidiera irse al verse fuera de la convocatoria contra el Racing de Santander, da la sensación que quedándose en la plantilla que Dios nos pille confesados.

Entiendo que para Unai Emery no haya sido plato de su gusto lo de continuar teniendo al portugués en sus filas. Diría incluso que el técnico es de los pocos que sí tiene derecho al pataleo por ello y es de agradecer por parte de Manuel Llorente y Braulio Vázquez que no lo haga públicamente (por algo tiene el cartel de técnico de club). A fin de cuentas, Miguel fue nominado para abandonar la casa che por Emery hace cosa de tres meses. Pero al final de la corrida, a por Miguel ni vinieron los lusos ni los rusos y por más que se haya fichado a Barragán, para pagarle por irse que se quede y se gane con sudor un nuevo contrato en enero. En otro club, claro está.

Unai Emery tiene en mente darle galones de titular a Diego Alves en alguno del carrusel de partidos que le viene al Valencia a partir del sábado. Mejor dicho, Emery pondrá bajo palos al brasileño a corto plazo, porque lo de ser el portero titular del Valencia es un cartel que no va a colgar ni a Guaita ni a Alves, al menos mientras que ninguno de los dos demuestre que no lo merece o sea contraproducente para el equipo. De hecho, entre las ideas que tiene el técnico vasco está ir alternándoles en la portería, al menos hasta que fuera muy evidente que con uno de los dos en concreto se siente más cómoda la defensa, línea que una vez más, es un quebradero de cabeza para el cuerpo técnico.

No es una cuestión de abrir debates ni de deméritos de uno u otro. Al contrario. Vicente Guaita comenzó la Liga (decisión que tenía Emery tomada prácticamente desde la pretemporada en Austria) por una cuestión de continuidad, galones, valía y méritos contraídos durante la pasada campaña. Digamos que repitió la fórmula empleada un año antes con César. Pero Diego Alves aprieta en cada entrenamiento y aprovecha las oportunidades que está teniendo, como lo hiciera la pasada semana en el triangular disputado en Murcia ante Málaga y Villarreal. Y Unai quiere que Guaita y Alves sigan así, es decir, dando el máximo cada día y sin bajar los brazos bien por sentirse titular bien por verse de manera sistemática de suplente.

Tácticamente, también tiene el técnico de Hondarribia un motivo para querer apostar en partidos concretos por Diego Alves: su juego con los pies, principalmente ante rivales que presionan en todo el campo.