Víctor Ruiz y Barragán
"De Nápoles y Liverpool volvimos siendo otros"
Su llegada al Valencia ha coincidido en espacio y tiempo y ello les ha convertido en pareja de hecho. Fueron de la mano al Mercado Central para presentarse en sociedad y ambos debutaron en Murcia. En realidad, por haber hay hasta paralelismos en el relato que hacen de sus vidas.
Antonio Barragán nace en Galicia, pero lleva el fútbol sevillano en la sangre.
Al año de nacer mis padres se fueron a vivir a Andalucía y me he criado en la cantera del Sevilla en donde estuve nueve años y allí aprendí casi todo como persona y futbolista.
¿De dónde le viene la pasión por el fútbol?
(Barragán) De mi padre. Él no tuvo la posibilidad de llegar a un alto nivel, pero le apasiona este deporte. Mi regalo de reyes siempre ha sido un balón de fútbol.
Víctor Ruiz es central como lo era su padre, aunque de pequeño era todo un goleador...
-(Víctor Ruiz) Sí. Empecé jugando de extremo. La idea de que yo fuera central fue de Ernesto Calero, mi entrenador en el Cornellá. Siempre me ha gustado marcar goles, dar la victoria a tu equipo es la mejor sensación de un futbolista... pero ahora me toca evitarlos (ríe).
¿Quién se ha sacrificado más por usted?
(V. R.) Mis padres. Se han pegado unas palizas tremendas, porque mi hermano también jugaba de portero (militó en el Barcelona C) y cada uno se dividía con un hijo para llevarnos a entrenar. Pero si hoy soy futbolista es gracias a los consejos que me dio mi padre cuando dejé el Barcelona, porque lo pasé muy mal y me apoyó mucho, mucho.
(B.) Los padres se multiplican para que cumplamos el sueño de jugar al fútbol, recuerdo lo locos que iban los míos para poder llevarme a los entrenes y recogerme luego.
Uno a Nápoles, otro a Liverpool. ¿Cuéntenos cada uno su experiencia?
(V. R.) A mi me costó mucho irme a Nápoles, pero era un tren que no podía dejar escapar. Pero todo se complicó. El idioma era un lastre, luego de Nápoles algunos me hablaban bien y otros no tan bien. Me costó decidirme. Ha sido una etapa corta pero intensa y buena. Nápoles es otro mundo. Hay que conocer cómo es la gente allí. Van tres en una moto sin casco, hay gente que no tiene para comer pero no le falta su abono para ir al fútbol, es gente que vive por su club.
(B.) Liverpool es historia del fútbol. Allí mamas la filosofía real de este deporte. Fue un año duro, pero de allí volvió un Antonio distinto al que se fue. Rafa Benítez me llamó y me convenció en un minuto. Me cuidó como si fuera un hijo suyo. Siempre fue sincero conmigo y más para decirme un año después que lo mejor para mí era volver a España.
Hablemos de sus respectivos estrenos en Primera.
(V. R.) Estoy muy agradecido al Espanyol por aquella oportunidad. Cuando me llegó la hora no me lo podía ni creer pero salió un año perfecto. Si me hubieran dicho hace cinco años que estaría en un gran club como el Valencia no me lo hubiera creído.
(B.) Cuando Benítez me abrió la puerta me fui cedido al Deportivo. También apostó el Betis por mí, pero Caparrós (entonces en Riazor) me convenció. Aunque tuve un mazazo importante con la lesión de ligamento cruzado anterior y mi carrera se frenó.
¿Pensó que era el final?
(B.) En ese instante piensas que hay futbolista que salen hacia adelante y otros que no lo superan. Se habló de ir a la Selección absoluta en mi primer año en el Depor y la lesión lo truncó todo. Pero mi familia me hizo verlo como una anécdota en mi vida y me ayudaron a liberar la mente. Ahora estoy fenomenal, ¡en el Valencia! ¡Qué más puedo pedir!
Por cerrar el círculo, ¿qué le dice a Barragán el nombre de Javier Clemente?
(B.) Con él aprendí en el Valladolid que puedo jugar igual de bien en la derecha que en la izquierda, incluso también me puso de interior derecho. Clemente me hizo polivalente.
Y ahora llegan al Valencia, ¿con qué miras?
(V. R.) Si hubiera podido venir aquí antes de irme al Nápoles lo hubiera hecho. Entonces no pudo ser y por suerte el destino me ha unido ahora a este gran club. Yo no vengo a arreglar nada, sólo a poner mi granito de arena, porque antes de mi llegada ya había gente muy capacitada como Rami, Costa, Dealbert o Maduro. Yo soy el que tiene que aprender de ellos, porque estamos hablando de internacionales por Francia, Portugal y Holanda.
(B.) Llego con 24 años y tengo mucho recorrido por delante aún. Tengo todo tipo de experiencias, desde estar en lo más alto, como cuando fiché por el Liverpool, como en lo más bajo, cuando me lesioné, por eso me tomo esta oportunidad como mi gran oportunidad. Tengo los pies en el suelo y sólo quiero aprender y sumar.
¿Qué es para ustedes el estadio de Mestalla?
(B.) Cuando vienes de visitante es un estadio un poco antipático (ríe) porque la gente aprieta que no veas. Pero de local tiene que ser una gozada. Cada vez que venía tenía un gusanillo por saber qué se siente cuando te animan domingo tras domingo 50.000 personas. Me muero por vivirlo.
(V. R.) Es un escenario de lujo. Tengo muchas ganas de saltar a Mestalla y jugar la madre de todas las competiciones, que es la Champions. Por Mestalla, por el Valencia, han pasado grandísimos futbolistas y es un honor defender la misma camiseta que Ayala, un central que me marcó por su contudencia y sabiduría.