Liga BBVA | Athletic Club 1 - Rayo Vallecano 1
El Rayo amarga el estreno liguero del Athletic de Bielsa
El conjunto madrileño arrancó un justo empate en San Mamés en el debut del técnico argentino en el banquillo rojiblanco en Liga. Iturraspe adelantó a los locales y Movilla cerró el marcador.
El Rayo Vallecano, un equipo aún en construcción, sorprendió a propios y extraños y logró arrancar un empate en San Mamés en el primer partido liguero de Marcelo Bielsa como entrenador del Athletic. El conjunto madrileño fue mejor de una primera mitad en la que tan sólo en los minutos finales permitió a su rival acercarse a las inmediaciones de Dani. Los goles llegaron en la segunda parte, en la que el Athletic reaccionó y fue superior al conjunto madrileño. Una buena triangulación entre De Marcos, Muniain e Iturraspe sirvió a este último para abrir el marcador con una gran definición a los diez minutos de la reanudación. Tan sólo siete minutos después, Movilla logró el empate que, a la postre, resultaría un resultado justo.
Lejos de lo que era previsible, fue el Rayo Vallecano el que comenzó el partido teniendo más posesión de la pelota, logrando así mantener el esférico lejos de su área e impidiendo que el Athletic alcanzara su objetivo inicial de meterle en su campo. Sin llegada alguna de peligro, el primer tramo de partido transcurrió con un ritmo muy lento por parte de los dos equipos. Los de Sandoval aprovecharon la dificultad de los locales para arrancar para probar suerte en el plano ofensivo con continuos intentos de salidas por las bandas desbaratados con solvencia por Gurpegui y de Marcos, jugadores que Marcelo Bielsa colocó en los laterales de la zaga bilbaína en su primer once liguero.
Hubo que esperar hasta el ecuador de la primera mitad para ver la primera llegada con peligro de un Athletic inédito en ataque hasta entonces. Un remate de cabeza de Javi Martínez que detuvo Dani fue la única concesión de un Rayo Vallecano muy bien colocado sobre el terreno de juego, muy seguro en defensa y que aumentó su presión hasta el punto de no permitir a su rival salir con el balón jugado desde atrás. El equipo madrileño, que tuvo el partido controlado en todo momento durante los primeros cuarenta y cinco minutos, gozó de la ocasión más clara de gol con un disparo de Trashorras desde la frontal que obligó a Iraizoz a emplearse a fondo.
El paso atrás dado por el Rayo Vallecano en los instantes finales del primer acto permitió al Athletic lanzarse, por fin, a por el partido de forma decidida. Un disparo muy escorado de Susaeta y otro de Muniain tras una buena jugada individual, ambos detenidos por Dani, pusieron fin a un primer tiempo en el que no hubo un claro dominador, pero en el que el conjunto madrileño se mostró como un rival mucho más duro de lo que se esperaba en San Mamés. A los de Bielsa les costó leer el planteamiento rival y eso le impidió tocar el balón ante un oponente que ofreció una buena imagen y que se marchó al descanso con sus opciones intactas.
Tras el intermedio, y con el único cambio de Iraola en sustitución de Gurpegui, el Athletic estaba obligado a dar un paso adelante en cuanto a juego y ritmo del partido. Los de Bielsa completaron la leve mejoría mostrada justo antes del descanso acelerando a fondo y llegando a asediar a su rival con constantes visitas al área de Dani. Los 'leones', que se mostraron mucho más agresivos y enchufados, tardaron poco en obtener el merecido premio a su reacción; una triangulación entre De Marcos, Muniain e Iturraspe acabó en la red madrileña tras una magnífica definición del de Abadiño.
Cuando todo estaba de cara para el Athletic, el conjunto José Ramón Sandoval reaccionó de una forma grandiosa logrando el empate por medio de Movilla y pudiéndose colocar por delante en el marcador con un mano a mano en el que Iraizoz se enfundó el traje de héroe ante Botelho. En tal sólo cinco minutos, los jugadores madrileños dieron la vuelta a la tortilla con una facilidad asombrosa. La entrada de Toquero en sustitución de Muniain fue la medida por la que optó Bielsa para reactivar a los suyos y subir las revoluciones de un partido que el conjunto visitante había conseguido anestesiar. A medida que se acercaba el pitido final, el partido fue perdiendo en intensidad y las ocasiones de peligro comenzaron a escasear, lo que fue definitivo para que el empate no se moviera del marcador.