Copa América | Brasil 0 - Paraguay 0
Brasil sufrió la pena máxima
Justo Villar se convirtió en el héroe de Paraguay. El ex del Valladolid impidió la victoria brasileña y detuvo uno de los penaltis de la tanda, que metió a los hombres de Martino en la semifinal de la Copa América.Brasil lo intentó, pero no pudo con el orden y la disciplina de Paraguay. Falló muchas ocasiones durante el partido y fue incapaz de marcar en la tanda. Elano, Thiago Silva, André Santos y Fred erraron sus penaltis.
Paraguay no disparó a puerta en 120 minutos y Brasil no marcó ninguno de los cuatro penaltis de la tanda. Resultado: el partido más grosero de la Copa América, que terminó con la canarinha eliminada. Pena máxima para un equipo sin gol en un día en el que generó fútbol y ocasiones, pese a la desaparición de un vigilado Ganso.
En esta Copa América triunfa el fútbol corrosivo de aquella Grecia de Rehhagel. Jugadores maratonianos despliegan un fútbol marcial customizado por el buen pie peruano, la jerarquía uruguaya, la ferocidad guaraní... Renuncian a la pelota, cierran filas y rumian cómo dar el zarpazo al adversario. La forma es diferente, el fondo, el mismo.
Colombia y Argentina, que se fueron proponiendo cosas, más o menos destacables, son víctimas de este fútbol vampírico. De todos, Paraguay es el más espartano. Estigarribia es el único que conoce, como recurso ofensivo, el regate. El resto cuerpea, empuja, corre, relojea, presiona... Fútbol que vive de la miserias rivales.
Como Brasil tenía la lección aprendida, salió largo de laterales y dinámico de delanteros. Tenso y ambicioso, pero invertebrado. Porque Ganso, director de la orquesta canarinha, fue neutralizado. En la primera mitad Neymar dispuso de una ocasión clara y André Santos desperdició otra aparición. Paraguay no disparó.
En la segunda, Brasil acongojó a Paraguay en su área y coleccionó ocasiones: Neymar, Pato, Robinho, Pato, Neymar, Pato... Pero estos equipos tienen cancerberos notables como Muslera o Justo Villar, sobresaliente anoche. Menezes debió pensar, lógicamente, si juegas ante un equipo que no ataca, nada tienes que perder. Salvo los penaltis... Y teniendo por delante tanto tiempo, se dedicó a menear el árbol esperando ver caer la fruta. La última hora de partido fue un zarandeo en toda regla del aterciopelado Brasil a este Uruguay de esparto. Desconectado Ganso, Robinho cuajó su mejor actuación, intenso y filtrando pases entre líneas.
El partido llegó a la prórroga crispado por una tangana. Valdez, que encendió al público, cruzó una volea fuera en la única ocasión de peligro. Y llegaron los penaltis con Justo Villar crecido y Julio César inédito. El desastroso desempeño brasileño en los penaltis premió el estajonovismo guaraní. El anti-jogo triunfa en Sudámerica.