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copa américa | colombia 1 - costa rica 0

Colombia fue el menos malo

La selección cafetera se impuso con una imagen discreta y un solitario gol de Ramos marcado al filo del descanso. Costa Rica jugó con 10 desde el minuto 27.

Eduardo Fernández - Abascal
Colombia fue el menos malo

Colombia prometió más de lo que demostró y se llevó más de lo que mereció. Logró tres puntos ruines ante una Costa Rica con mejores ideas que acciones. La selección cafetera tiene potencial para plantar cara al mejor de los equipos del torneo. Sin embargo, como movido por la desidia y los postulados darwinistas que apuntan a que los buenos son los que sobreviven, no se esforzó para doblegar a un rival inferior, Sub-22 y que juega con un libero aficionado (Calvo estudia en los Estados Unidos y aún no ha sido profesional). Por eso, no fue hasta el filo del descanso, con la primera mitad agonizando y con superioridad numérica, cuando Ramos hizo el único gol del partido.

Tras diez minutos iniciales de titubeos, sopor y desconcierto, Colombia intentó tomar el timón del partido sin demasiados esfuerzos. Se encomendó a su potencial ofensivo y empezó a amedrentar a Moreira, el guardameta tico, con varios disparos delicados. La primera ocasión llegó en el minuto 11, con dos protagonistas esperados y conectados. Falcao-Guarín, Guarín Falcao. El delantero colombiano, en posición de pivot, acarició el balón con su cabeza y lo dejó perfecta para que Guarín, a bote pronto, golpease la pelota sin miedo. Lo hizo y obligó a Moreira a realizar una buena estirada.

Dos minutos más tarde, Colombia volvió a la carga. Ramos se internó por la izquierda, recortó a su par en las inmediaciones del área pequeña y sólo otra gran parada de Moreira evitó el primer gol cafetero. Costa Rica se intentó levantar con más ganas que acierto, con más cabeza que piernas, demostrando que La Volpe tiene mejores ideas que jugadores. No obstante, Colombia, convencida de que el gol llegaría, no se esforzó en conseguirlo. Desplegó un juego lento, mediocre, aburrido y se limitó a asustar a su rival con lanzamientos a balón parado y chispazos de su mejor pelotero, Guarín. Así, en el minuto 24, lo intentó con una jugada ensayada que la zaga tica intuyó a la perfección, dejando a Falcao y compañía en fuera de juego.

En el minuto 27 el partido pudo cambiar, siempre a mejor, cuando Brenes se extralimitó con una entrada de color naranja que el colegiado interpretó como roja. Mandó al atacante costarricense al vestuario e hizo soñar con un nuevo partido más abierto e intenso. Los sueños se quedaron en ilusiones pese a que a la expulsión de Brenes le siguió la reacción del seleccionador colombiano. El Bolillo Gómez realizó un cambio de hombres y de dibujo táctico, sacó a Aguilar del campo, desapercibido hasta entonces, y le brindó a Falcao una pareja de baile con Hugo Rodallega para jugar con dos nueves. Ni el cambio ni la roja surtieron efecto. La indolencia Colombiana continúo mientras Costa Rica, bien posicionada, se defendía. Así, se llegó al minuto 44, maldito para los ticos, afortunado para los cafeteros e injusto para el fútbol. Guarín, desde el centro del campo, se inventó un pase al hueco que materializó Ramos. El atacante colombiano se aprovechó del desajuste defensivo de la defensa de tres zagueros costarricense, encontró el hueco que había buscado Guarín, recortó al portero y definió con maestría. 1-0 y final de la primera mitad. No hubo más.

La segunda parte siguió el ritmo pesado y arduo de la primera. No podía ser de otra manera. Si los colombianos no quisieron antes, ahora, con el marcador a favor, lo intentaron menos y su indolencia se acrecentó. Costa Rica, por su parte, con uno menos y con el viento en contra, se entregó. De esta forma, los segundos 45 minutos fueron, pese al frío ambiental, como un día de bochorno: pesados, perezosos y húmedos. Ni Rodallega, que lo intentó con un disparo en el minuto nueve, mejoró a Aguilar ni las faltas, monopolizadas por Guarín, fueron mejor lanzadas que las de la primera mitad.

Disputados los dos encuentros del Grupo A, la única conclusión es que se clasificará no el mejor sino el menos malo. Tras la decepción de Argentina y el conformismo colombiano sólo queda mirar a un futuro mejor: a la cresta de Neymar, a la resurrección de Forlán o al niño maravilla de Chile (Alexis Sánchez). Da igual, cualquiera mejorará lo presente.