Argentina | El descenso más dramático
82 heridos y 50 detenidos
El descenso de River incendia Buenos Aires, que sufre una ola de frío
Buenos Aires. 07:15 del 27 de junio de 2011. Amanece el primer día de la historia de River Plate como equipo de la B marcado por una ola de frío polar que sacude la Capital Federal. El termómetro coquetea con el cero (-1) y los porteños colapsan las paradas de colectivos por la huelga del Subterráneo. "Precisamente hoy, el día más frío del año, el día después de lo de River", masculla un joven que luce el escudo millonario en su mochila. La bajada a los infiernos es más fría de lo esperado.
Las televisiones vomitan imágenes apocalípticas del Monumental mientras sesudos analistas calibran la dimensión de la hecatombe. Una batalla campal librada por 2.500 policías y hordas de radicales de River. El quilombo estalló en el minuto 44 del segundo tiempo. La ira millonaria traspasó los límites de la Popular y miembros de la barra de Los Borrachos del Tablón tomaron la parte baja del graderío Sívori. Entonces los bomberos trataron de disuadirles con cañones de agua. Aquello fue el principio del fin. Gases lacrimógenos, pelotazos de goma, carreras, cargas, pedradas El resultado fue dantesco para un partido de fútbol: 82 heridos y más de 50 detenidos. La cafetería de Monumental está destrozada, saquearon el museo, la guardería fue incendiada, los comercios de la vecina Avenida del Libertador asaltados Oficialmente no hay muertos, aunque se habla de "extrema gravedad" de algún policía. Dos de ellos fueron trasladados en helicóptero con traumatismos craneoencefálico severos. Durante toda la noche circuló la hipótesis de que uno, al que lanzaron al vacío los radicales desde el primer anfiteatro, había fallecido, término desmentido por fuentes policiales en la mañana de ayer. Por la tarde, los calabozos de las dos comisarías más cercanas al barrio de Núñez seguían atestados por los más de 40 detenidos.
La risa va por barrios. A medianoche 150 aficionados salieron en procesión por el barrio de La Boca. Celebraron el descenso de River acompañados por un enorme fantasma blanco en el que se podía distinguir perfectamente una enorme letra B. Ni en el mejor de los sueños xeneizes podrían imaginar la debacle millonaria. En Buenos Aires la entusiasta perplejidad con que la afición de Boca digiere el descenso de su eterno rival tiene su contrapunto en la resignación con la que los ciudadanos relativizan las barbaries futbolísticas. "¿Y qué querés? Si llevan haciéndolo años y los dirigentes le siguen dando bola", justifica el regente de un quiosco de Corrientes en el que las portadas muestran más lágrimas que sangre. Hecatombe, Tragedia, Apocalipsis...
De celebración. Titulares gruesos para un hecho informativo de calado en la futbolizada sociedad argentina. Mientras en Córdoba, Belgrano, al que la noche anterior al partido evacuaron de las habitaciones a las 3 y a las 6 de la mañana por peligro de incendio (¡), aún celebra su triunfo sobre la Banda Sangre en Monumental. Lo hace rehuyendo el rol de ejecutor: "Eran ellos o nosotros".
El domingo, a la taurina hora de las cinco de la tarde, Negro López, viejo mito del club al que perseguirá este descenso por el resto de sus días, reunió a los pibes en mitad de una cancha en la que regaron con lágrimas lo que no supieron defender con su sudor. Otro histórico, Beto Alonso, sufrió una descompensación y tuvo que ser trasladado a la clínica Fleni, donde se le controló la presión arterial.
Pero el episodio más negro de la historia de River, el descenso a la B, es historia y debe funcionar como una catarsis en el club. Hoy toca levantar cabeza. Acá en Argentina la pelota nunca para de rodar. Para lo bueno y para lo malo. La Copa América llama a la puerta. Que pase y que cierre. Porque entra un frío polar