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Copa Santander Libertadores | Santos 2 - Peñarol 1

Neymar entra en el Olimpo del Santos

Marcó el primer gol y le dio la Copa Libertadores 48 años después.

<b>UN CRACK. </b>Neymar recibió un pase de Arouca en el pico izquierdo del área grande y con este derechazo marcó el primer gol del Santos, que celebró a lo grande.
UN CRACK. Neymar recibió un pase de Arouca en el pico izquierdo del área grande y con este derechazo marcó el primer gol del Santos, que celebró a lo grande.

La estrella de Neymar surgió a los dos minutos de la segunda parte. Un disparo suave, esquinado, aparentemente inofensivo, resultó envenenado para Sousa. Pacaembu enloqueció con su ídolo, confirmando con ese gol su entrada en el Olimpo de galácticos paulistas. El Peñarol entendió el mensaje, firmando su inferioridad, hasta entregar las armas para que la torcida brasileña cantara el tricampeao 48 años después.

Neymar fue puro Neymar. Su figura flaca y elástica apareció con intermitencia, pero con efectos devastadores. Se tomó el primer tiempo de tanteo, apenas sin regates de riesgo. La ansiedad le superaba en el arranque, bloqueado por la contundencia del lateral González, con el que se enganchó en un par de driblings, hasta que la perla brasileña sacó a pasear un feo plantillazo que llevó al uruguayo al vestuario en camilla. Un cortocircuito que también identifica su carácter.

El partido se fue al descanso con poco para recordar. El Peñarol se conformó con controlar a un Santos en el que sólo Ganso puso ordenadas intenciones. El resto no fue consumible para quien compare el toque made in Spain con semejante correcalles. Si en este desorden es capaz Neymar de firmar acciones de mérito, se podrá entender que en un Madrid multiplicaría su efectividad por diez. Bastará con que le sepan devolver una pared, meter un pase profundo o acudir al remate cuando anuncia con sus bicicletas un pase largo desde la banda.

En la segunda parte, el Santos metió una marcha más y Neymar lo agradeció, asomando para finalizar un pase de Arouca al pico izquierdo del área grande con un tiro pegado al poste. A partir de ahí, el menino se sintió en su biotopo. Empezó a driblar y a desbordar con una facilidad que recordaba al Messi imparable del Barça. No cabía otra que el segundo de la noche, obra de Danilo. El trabajo estaba hecho. Los de Montevideo acortaron distancias, pero el marcador no se movió. Neymar ya tenía la Santander Libertadores en su mano.

La nota negativa sucedió al final, cuando los jugadores de ambos equipos y aficionados brasileños que saltaron al campo se enzarzaron en una lamentable tángana.