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españa 3 - bielorrusia 1 eurocopa sub-21

Medalla olímpica en sufrimiento para España

Adrián, a un minuto del final, forzó la prórroga ante la ultradefensiva Bielorrusia. Repitió en el alargue y Jeffren remató la faena. El triunfo conduce a España a Londres y a la final.

Luis Nieto
Medalla olímpica en sufrimiento para España

Tras un inexplicable padecimiento que se prolongó durante 120 minutos cruzó España la puerta olímpica. A Londres llegamos felices, pero empapados en sudor, con el susto en el cuerpo y bendiciendo a Adrián, que tomó la antorcha con dos goles providenciales, el primero a un minuto del final, el segundo en la agobiante prórroga. En torneos así, un mal partido es un tiro en la sien. Y un mal medio tiempo, casi. Pero la Selección de Milla, acabó echando abajo la muralla bielorrusa. Es la mejor del torneo y, libre de la presión olímpica, lo demostrará el sábado, ante Suiza, en la final. Ayer no presumió de fútbol, pero sí de banquillo.

España ofreció la misma arquitectura y los mismos jugadores de sus mejores días, pero una circulación más espesa. En esa ralentización del tráfico que no supieron resolver sus cuatro creadores se buscó un lío. Bielorrusia asumió su inferioridad con inteligente resignación. Dos paredes bien coordinadas para proteger a Gutor y el convencimiento de que pasaría la tarde sin balón pero que tendría una oportunidad si no se equivocaba. Once jugadores con vocación de tapón que minuto a minuto fueron agrandando el problema.

Como en el estreno

Lo cierto es que España adelgazó mucho en su juego de creación. Aplomados, Thiago, en los dos últimos partidos proveedor de casi todos, y Mata participaron poco, Adrián intentó buscarse la vida en la derecha pero se acabó pronto su empuje y Muniain no pudo meter la tijera por la izquierda. Pasaron los minutos y escasearon los remates. Probaron Botía y Mata y mucho más tarde Dídac, pero todo pasaba en la periferia. La primera parte resultó un aburrido asedio que no puso el foco sobre Gutor salvo en un cabezazo picado de Ander Herrera adivinado por el meta. Un calco del estreno ante Inglaterra que acabó mal. Faltaron el desborde y la sorpresa, el doble filo del tiqui-taca.

En ese juego sin colorido ni velocidad de España se sintió cómoda Bielorrusia, que aguantó bien el partido unidireccional hasta que se le apareció un gol. Todo estuvo de su parte en el lance. Sacó larguísimo de banda Perepechko, prolongó con un globo de coronilla Sivakov y de espaldas, a ciegas, según caía la pelota, metió una chilena baja Voronkov que se coló entre los centrales españoles y caminó a ras de suelo hasta la red tras golpear en un palo. De Gea andaba a oscuras y el afortunado remate le dejó sin capacidad de reacción. Un accidente en toda regla que obligaba a España a remar río arriba por primera vez en el torneo. Aquel tiro al aire de Voronkov nos alcanzó de lleno.

La mejoría

La segunda mitad ofreció otra fachada. Corrió mejor y más deprisa la pelota y ayudó la rotación permanente de los cinco de arriba (ayudó mucho que Muniain se mudara a la derecha), otra vez las avispas de los dos partidos anteriores. También se alargó con peligro Dídac. A Mata le faltó flequillo para desviar un buen envío de Montoya y Gutor, con aire felino, sacó dos remates a quemarropa a Adrián.

Entraron Capel y Jeffren, para ensanchar el frente de ataque. La otra España, también buena, la de los extremos. Y Mata se alistó como enganche. Javi Martínez olvidó las precauciones y empujó casi a la altura de Thiago, que probó dos veces y enredó su remate en el bosque de piernas bielorruso cuando se atrevió a entrar en el partido con su descaro habitual. España recobró la autoridad. Ahora lo que le faltaba era tiempo, pasto para la ansiedad. Milla buscó la salida de emergencia: Bojan por un central, Javi Martínez de ariete. Medidas lógicas pero a contraestilo. Y, de pronto, con el agua al cuello, en el minuto 89, asomó un pase profundo de Thiago, un envío al primer palo de Jeffren y el pie salvador de Adrián. Ahí nos movemos mejor, incluso, como estábamos, en el corredor de la muerte.

En el tiempo extra todo fue cuesta abajo. Con Javi Martínez como central (sería espléndido hasta conduciendo el autobús) y con Jeffren y Capel muy abiertos, España fue el equipo desbocado que se esperaba y acabó reduciendo a cenizas a Bielorrusia. Doce años después, nuestro fútbol será olímpico. Y, antes, ojalá, de nuevo campeón.