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Liga Adelante | ELCHE 1 - GRANADA 1

Ighalo da con el paraíso

Su golazo lleva al Granada a Primera 35 años después. Tanto mal anulado a Pelegrín. Arreón insuficiente del Elche. Final plagado de incidentes

Luis Nieto
Actualizado a
<b>A HOMBROS. </b>El goleador del Granada Ighalo salió del campo a hombros como un héroe, antes de que los aficionados del Elche intentaran agredirle.
A HOMBROS. El goleador del Granada Ighalo salió del campo a hombros como un héroe, antes de que los aficionados del Elche intentaran agredirle.

Granada ya está a bordo de Primera, éxito deportivo, ciudadano y hasta municipal. Porque anoche subieron el equipo, la ciudad y su gente. Y si el ascenso es siempre fiesta mayor en la que no se sirven copas, imaginen lo que significa allí donde la Liga con mayúsculas llevaba 35 años sin pasar. La generación que se lo había perdido enloqueció en la calle. El desfile de estrellas está garantizado durante un año.

El fútbol también le hizo justicia a Quique Pina, que tuvo buen ojo a la segunda (la hinchada ha olvidado ya la aventura del Granada 74), y a Fabri, patrón de 24 equipos, cura de muchas aldeas. Nunca es tarde para coger el último tren. Al Elche, en cambio, le aguardó un final cruel y quizá inmerecido: ayer fue mejor, le anularon un gol sin mancha y no sacó provecho de su impecable combatividad.

La primera víctima de la taquicardia es la precisión. Volvió a suceder ayer, en un partido sobrado de pulsaciones, que mereció ser contemplado desde la emoción y no desde el análisis. El botín y la presión de la grada se llevaron todo por delante. Nada que no se esperara.

El Elche se arrimó cuanto pudo de salida, con Kike Mateo como mediapunta y sin desatender la retaguardia. Albacar fue lanzadera sin rematador y Carpio se quedó corto en una rosca que perseguía la escuadra. Una media vuelta de Ángel poco después del primer cuarto de hora cerró el ciclo de disparos de advertencia. El Elche, muy vencido a la izquierda, puso más intención, aunque el partido andaba sin propietario. Hubo reparto de balón y poca fortuna en darle utilidad.

El gol.

El Granada apenas respondió. Sus contras no tuvieron remate, lo que para Menotti es bailar con tu hermana. Y ahí, en ese clima de excitación, con igualdad extrema y el corazón en la boca, Dani Benítez lanzó un pase diagonal a Ighalo y el nigeriano lo resolvió como en un entrenamiento. El hombre de hielo evitó la tentación del disparo sobre la marcha, se sacudió de encima a Jaime con un quiebro por la izquierda, sentó a Carpio con un recorte con el exterior y aguardó a que Pelegrín se pasase de frenada para encontrar el hueco. Un gol impropio de la temperatura del partido, una pieza de colección, una postal para un ascenso. Ighalo llegó al Granada en el mercado de invierno procedente del Udinese, equipo nodriza. Allí había jugado 28 minutos en toda la primera vuelta. En Granada iba para suplente de Geijo, pero el titular se rompió en el tramo decisivo. Así de largo es, a veces, el camino para los héroes.

Ocho minutos después, un auxiliar de Miranda se entrometió en el partido para invalidar un gol legal de Pelegrín. En un playoff, errores así resultan casi irreversibles. El malestar ensució el juego. Al Elche le costó reponerse, pero lo hizo. Desde la entereza de ánimo y desde la agilidad de Bordalás. Entró Palanca y el campo se le hizo ancho al Granada, que perdió orden y paciencia. Tras dos ocasiones y reclamar un penalti que no pareció claro, empató Xumetra. Y el Elche se lo jugó todo a la tremenda, con un central, Héctor Verdes, de ariete, pero esta vez se quedó sin remontada. El partido acabó en tumulto, vergonzosa invasión de campo y cruce de insultos y manotazos. Porrazos y antidisturbios donde sólo se esperaba cava.