Eurocopa Sub-21 | España 1 - Inglaterra 1
Tiqui-taca sin pegada
Welbeck empató en fuera de juego, cuando España se veía ganadora. Javi Martínez lideró al equipo y Thiago puso arte. La Rojita no se supo blindar
A veces el fútbol es así de ingrato. El empate de Welbeck en el minuto 87 fue un sopapo inmerecido, y además ilegal por fuera de juego, para la Rojita. No fue el mejor partido posible de la Sub 21, es cierto, pero la sensación global de dominio fue indiscutible. Los fogonazos de Inglaterra, siempre rápida y peleona, no alcanzaron para tanto premio en ese maldito último suspiro. De este debut, España grabará a fuego dos conclusiones: con el tiqui taca hay que matar, y también hay que protegerse hasta el final.
La Sub 21 se amarró al palo mayor de Javi Martínez desde el primer minuto. Milla le entregó el brazalete y el liderazgo, custodiando como un hermano mayor el manejo de Ander Herrera y Thiago. Sin embargo Inglaterra salió muy crecida, con jugadores notables como Walker y Rose, dando algún coletazo hasta el oportuno gol de Ander a saque de córner. El globito británico se pinchó y la Rojita encontró el balón para imitar a sus mayores de la Absoluta: llegó el tuya-mía, con Thiago poniendo guindas de alta escuela. Pero a los chicos de Milla les faltó constancia y los últimos diez minutos previos al descanso resultaron tormentosos. De Gea hizo el paradón de la tarde, anunciando que aquello no sería un paseo.
Sin gol. La depre le duró a España más de lo aconsejable de regreso al césped. Jeffren, Mata y Adrián se sintieron incómodos ante las torres defensivas inglesas, de manera especial el delantero del Depor, falto de tono y de recursos. España no tenía pegada. Tampoco fue agresiva con Parejo que entró por Adrián; ni después con Bojan, aunque sí mejoró la atmósfera general, dando sensación de que el marcador no corría peligro.
Inglaterra aceptó su inferioridad con el balón, replegándose con muy malévolas intenciones. En realidad, se dejó querer para esperar su momento de atacar. Y fue Walker quien se arrancó por la banda como una flecha para dejar a Welbeck el empate en bandeja. Estaba en offside, pero... Valió el empate y valió también como lección: en fútbol jamás hay que dormirse en los laureles.