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Los hinchas del Manchester y Barça, dueños de Londres
Una procesión de gente azulgrana e ingleses se han adueñado del Trafalgar Square, en Londres, desde la madrugada de este sábado.
Muy madrugadora, la procesión de gente azulgrana comenzó a colapsar pasillos del metro de Londres, a rondar por sus calles sin destino concreto y a sumar complementos a su vestuario con las banderas del Barça que incluso regalaban algunos diarios británicos o vendían las tiendas de artículos turísticos.
Si bien la afición barcelonista se había citado para las dos de la tarde, en la céntrica plaza de Trafalgar Square, su impaciencia la sacó pronto de la cama esta mañana y empezó a congregarse en ese punto de encuentro desde el mediodía, con pintas de cerveza y cánticos de "Guanyarem" para amenizar la jornada.
Equipajes de ésta y anteriores campañas, bufandas -muy apropiadas para la fresca temperatura de este sábado en la capital- y una Copa de Europa envuelta de papel aluminio ocuparon la plaza, en la que apenas tuvo presencia la afición del Manchester United.
Una docena de forofos ingleses se atrevió a subir al monumento conmemorativo de Nelson para exhibir su pancarta de fidelidad a los "diablos rojos" frente a la marea de barcelonistas que crecía por minutos. "El Manchester United, nuestra religión", se leía en su pancarta.
Unas cuantas discretas camisetas y gorras del United, combinadas por alguno con una falda escocesa, se colaron entre el tumulto "culé", que se hacía oír con el altavoz de pequeños megáfonos para hacer sonar por Londres el himno de los azulgrana.
No había ni siquiera que comparar la dimensión de una y otra afición. La barcelonista llenó locales y restaurantes a la hora de comer, "pub" ingleses en todo momento y convirtió las zonas colindantes a Trafalgar, como la estridente plaza de Leicester y el barrio de Holborn en una colonia de catalanes.
Tres parejas recién llegadas de Barcelona, apenas sin dormir la última noche por la temprana hora de su vuelo, trataban de llegar al máximo el estómago a la "hora de comer española" por lo que "después pueda pasar". Muchos sin reserva de hotel, con la idea de improvisar o confiados en la amabilidad de algún amigo residente en Londres, se aventuraron a comprar un vuelo, con entrada o sin ella, para vivir en primera persona el espectáculo que se prevé si el combinado de Pep Guardiola levanta la cuarta Copa de Europa para su club.
Sin tener muy clara aún la ruta exacta en metro o taxi para llegar a Wembley, la afición -presuntamente visitante- aguarda tranquila, aunque excitada por la posible celebración de esta noche. Todo menos sentirse perdida. Allá donde mires a estas horas en Londres se ve un perfil granate y azul. Nadie necesita el inglés hoy en la capital, que espera recibir unos 110.000 hinchas en total entre los dos colores.
Ya desde anoche el catalán, junto con el español de Asturias, Castilla La Mancha o cualquier punto de la geografía ibérica, se impuso en esta gigante urbe para secundar como es debido a un equipo ganador.
Sólo con olfatear un poco, un barcelonista encuentra rápidamente a otro por la calle. Un paso adelante y otro nuevo grupo de esperanzados barcelonistas. No hay pérdida para estos extranjeros, que por un día se han convertido en los auténticos dueños de la ciudad.
"No hemos visto ni uno del Manchester", contaba a Efe uno de los grupúsculos azulgranas al desperdigarse de la marea. Sí hubo algunos "diablos rojos".
Ellos, que podían llegar en sólo dos horas de tren a la capital del Támesis, en su propio coche o en el baratísimo "Megabus" que conecta el Reino Unido de norte a sur, fueron los más inadvertidos del día. No obstante, habrá que esperar para ver si esa tendencia persiste aún dentro del estadio. Existen muchas dudas en cuanto al equilibrio en el reparto de asientos. Resta por conocer el destino de las adjudicadas a la Federación inglesa.