El Zaragoza se juega la salvación... y su futuro

Como en los clásicos del Oeste, el último atardecer de la Liga trae el duelo final. Después de una temporada en la que el Real Zaragoza ha alcanzado todos los niveles factibles del dramatismo, aún queda esta noche en el Ciudad de Valencia una última escena, para cuya anticipación están permitidos todos los superlativos. Hay una amenaza real y otra fantasma: no se trata sólo del descenso; se trata de la conciencia colectiva, no exenta de síntomas, de que el descenso significaría la caída a un agujero insondable.

La buena noticia es que el duelo tiene por arma el balón, no un pistolón. Se trata de jugar al fútbol. Se trata de jugar un partido tenso, sí, pero arropado por una hinchada, la zaragocista, que ha reventado todas las marcas de pasión y fidelidad y hoy tomará el campo del Levante. Para el Zaragoza, en fin, se trata de ganarle a un equipo que tiene todo hecho, la temporada amortizada, el orgullo de una reacción brillante y hasta un futbolista ya fichado para el año próximo, Barkero.

Honestidad.

Aguirre se decantará por el mismo equipo que ganó al Espanyol: con Franco a pesar del regreso de Doblas; con Lanzaro pese a la recuperación de Diogo. Y lo demás igual. El Zaragoza juega en varios campos esta batalla de los seis. Pero ha de centrarse en lo suyo. Es un último paso para un equipo que ha sobrevolado sus limitaciones con entereza y compromiso. ¿El Levante? Stuani arriba, Caicedo en el banquillo. Y Luis García sancionado tras un derbi caliente. El Levante sólo defiende su honor. La honestidad frente a las sospechas. Si es que esos conceptos pesan algo en el fútbol mercantilista de hoy.