Liga BBVA | Real Sociedad 2 - Zaragoza 1
Aranburu suelta la guillotina
Un gol en el 87' salva a la Real y deja en descenso a un Zaragoza desafortunado e incapaz
Pitó el inicio del partido Álvarez Izquierdo y la Real Sociedad y el Zaragoza se trabaron en un abrazo de púgiles asustados, como Chaplin en Charlot boxeador. En cierto modo eso fue el partido, un agarrarse en las miserias, un calcular los miedos contra la necesidad, errores comunes y, después de una desordenada noche de escaramuzas con esa rígida incertidumbre de lo decisivo, un tiro de gracia de Aranburu que tomó desvío en el pie de Jarosik: a la salvación cierta para la Real; hacia el infierno para el Zaragoza, cuya permanencia pende ahhora ya de un delgado hilo.
Con 44 puntos, la matemática todavía no deja en la orilla a la Real Sociedad, pero la virtualidad de las impresiones indica que el equipo de Martín Lasarte libró anoche su cabeza mientras soltaba la guillotina en cuello ajeno. Agarrado a un golpe postrero de fortuna, sí, pero de algún modo el fútbol acostumbra a corresponder con una extraña lógica las trayectorias de cada cual. Pese al sufrimiento último, la Real ha hecho una más que decente temporada. Justo lo contrario sucede con el Zaragoza. Considerado en sí mismo, el resultado de anoche (y la forma en que se dio) supusieron un castigo injusto para el equipo de Aguirre. Pero también, y nadie lo pierde de vista, la penitencia incontestable a tantas y tan sostenidas equivocaciones. Pese al destello del Bernabéu, que iluminó otro final, para un equipo que ha pasado 21 jornadas en descenso (y 12 de ellas último puesto) no cabía más destino que esta desesperación hasta el último día.
El partido constituyó un estrépito de cacharrería, con mucha industria pesada y poca destreza. =En semejante páramo prospera gente como Tamudo, futbolista de talento innato para convertir el gol en una operación de estraperlo. El 1-0 mezcló su listeza y la ineptitud del Zaragoza: un saque de puerta que cabeceó largo Zurutuza, persiguió Tamudo contra un pesado Jarosik y despejó al aire Doblas, en un desacierto estrafalario. Como Lafita en el Bernabéu, a Tamudo sólo le quedó cumplir el trámite.
Reacción. El Zaragoza ha perdido su cuajo de superviviente en cuatro días y su suerte deriva indecisa entre escenas que van de la confusión de Doblas al golazo de Gabi, una comba que fue la única flor en medio del alquitrán y los martillos mecánicos. La noche no premiaría esa belleza. Tampoco un tanto de Uche negado por inexistente fuera de juego anterior de Ander. El choque proclamaba la descarnada lucha por la vida. Nada más. Cada jugada convertida en un avispero de futbolistas en montón alrededor de la pelota, sin espacio, con las porterías de mero atrezzo. Impedidos para cualquier proyecto constructivo de fútbol, el que tenía la pelota boqueaba en busca de oxígeno y el resto saltaban a su alrededor, como peces asfixiados en una charca que se seca.
El Zaragoza, sin embargo, logró salir de ese imaginario barrizal de faltas e interrupciones en el segundo tiempo, soltó amarras con Boutahar, celebró el golazo de Gabi y pudo gritar otros dos, perdidos de manera inconcebible por Uche y Ander. En torno al Zaragoza revoloteaban los síntomas que señalan a los condenados. Superado esa media hora en el juego, el equipo local se arregló se sacó de las tripas una contestación racial, lo que le quedaba. Tuvo una Griezmann, al seguir un centro de Xabi Prieto. Ifran pudo marcar, contuvo Franco. Pero, al contrario que el Zaragoza, la Real Sociedad sí encontró su suerte. Un córner, un rechace, un disparo, un desvío... Eso hizo la diferencia. El gol reventó Anoeta. Y el Zaragoza reventó por dentro.
El detalle: La salvación, en manos ajenas
El agónico triunfo anoche de Osasuna (3-2 al Sevilla) dejan la permanencia del Zaragoza pendiente de otros. Los navarros se alejan a 43 puntos y tienen el goal-average ganado. Su próxima visita a Getafe será vital, porque el equipo de Michel lleva 40 puntos y en la última jornada visita a la Real. El Deportivo (42) visitará al Barcelona y cierra contra el Valencia.