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LEVANTE 1 - BARCELONA 1 | LIGA BBVA

Un puntazo de alirón

El Barcelona se proclamó campeón a falta de dos jornadas tras empatar en Ciudad de Valencia. Keita adelantó al equipo azulgrana y Caicedo empató. El Levante acaricia la permanencia.

DAVID F. SANCHIDRIÁN
Actualizado a
Un puntazo de alirón

Después de tanto ajetreo, muchas tardes de gloria, muchas menos de tristeza (si acaso ante el Hércules), calendario estresante, habladurías fuera del campo y mucho mucho fútbol: el Barcelona ya puede entonar el alirón. Un mísero empate ante el Levante bastaba para descorchar el cava y alzar la vigésimo primera Liga. Y el Levante no iba a hacer ascos al plan. Vamos que mientras el resto de equipos están enzarzados en una batalla brutal por encontrar su hueco, estos podían jugar tarareando mientras no les diera por apretar el acelerador. Ninguno lo apretó. Cada uno sabía su hoja de ruta. El Barcelona iba a sobar el balón y el Levante iba a parapetar sin descanso. De esta forma el guión se mantuvo inalterable y el Barcelona volvió a celebrar un título liguero en el Ciudad de Valencia (ya lo hizo en 2005) y el Levante se abrazó con su rival porque el tufillo del descenso se aleja.

El Barcelona ha sido justo vencedor del campeonato. Ya no por su fútbol, incuestionable allá por donde vaya, sino por su voracidad en cada encuentro. Nunca ha dejado hueco a la relajación y prueba de ello es que cada pocos partidos había un récord a tiro que por norma general tumbaba. Hoy era el de las victorias visitantes. Esta vez no se ha colgado la medalla pero de poco importa.

Sin duda Pep Guardiola tiene por lo menos la mitad de culpa. Ha tomado como objetivo prioritario el 'Dream Team' y así ha cautivado al mundo con su juego y ha prolongado la hegemonía a base de títulos. Y es que el de Santpedor ha arramplado con todos los campeonatos nacionales disputados hasta el momento.

La hazaña azulgrana fue bien recibida por parte del Levante que acabó el partido alzando los brazos junto a su rival ya que este empate avista la tierra de la salvación para un equipo cuya navegación está siendo más costosa de lo esperado.

La urgencia por alzar el campeonato liguero era tal que Guardiola apenas guardó a sus titulares. Premió a Abidal con la titularidad, la primera tras la grave lesión, guardó a Pedro e Iniesta celebró su cumpleaños relajadito en el banquillo. Por lo demás, todo en liza para meter mano a un Levante hacinado en la medular y cómodo sin el balón. El Barcelona fue el dueño absoluto del cuero pero no imprimía el ritmo deseado por la altura del césped. No solo el Madrid usa la hierba como antídoto culé.

El Levante se agarraba a los contragolpes de Caicedo y se encontró con tres ocasiones sin alzar la voz. Resultó ser un espejismo porque a la media hora de juego Xavi sacó la escuadra y el cartabón para trazar un centro perfecto a la cabeza de Keita que entró como un titán sin que Munúa pudiera hacer nada.

La grada ya palpaba la Liga con gritos de 'campeones' y eso debió contagiar a Piqué. El central azulgrana no se hizo con un fácil balón (algunos lo achacarán a la hierba), pateó al aire y Caicedo, como no, se aprovechó como un carroñero para hacerse con la presa.

Bandera blanca en el segundo tiempo

El descanso se presentó de forma inoportuna en el Ciudad de Valencia porque al fin se veía algo de intensidad. Pero las aguas se calmaron en el segundo tiempo y el Barcelona tomó de nuevo el mando moviendo el juego a su antojo en busca del tanto de la tranquilidad con esa circulación trombótica. La ocasión más plausible la realizó Messi. El argentino recibió de espaldas donde solo se veían piernas granotas, caracoleó y, sin saber cómo, se plantó solo ante Munúa pero su disparo se estrelló en el palo

El Levante intentó replicar como pudo y siempre orando a Caicedo, una pesadilla para Piqué. Por suerte para el central catalán, el ecuatoriano enfiló el banquillo a la media hora de la segunda parte. Su salida fue el punto de inflexión. En ese momento ambos contendientes sacaron la bandera blanca y dejaron caer las armas para fundirse en un efusivo abrazo. Unos brindaron por la Liga y otros por la permanencia virtual.

Guardiola quería su Liga cuanto antes y ya la tiene. Ahora podrá centrarse en recuperar el tono físico para la batalla continental. Será en Wembley, ante el Manchester United, y allí podrá conseguir el póker de Champions.