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Liga Adelante | Betis

Confirmado: Gordillo será el Alfredo Di Stéfano del Betis

Bosch y el resto del Consejo le pedirán ser la imagen del club verdiblanco

Actualizado a
<b>BETICISMO. </b>Rafael Gordillo, Miguel Guillén, el técnico Pepe Mel y José Antonio Bosch posan ayer en el Real de la Feria.

Ya me he acostumbrado a hacerle fotos a Gordillo con la gente cada dos pasos que damos por la Feria. Sé manejar todas las cámaras de móvil posibles". Esta guasa con fondo de gran verdad la dijo José Antonio Bosch ayer, justo antes de entrar a la comida institucional que el Betis celebró en el Real de la Feria, dentro de una caseta a dos pasos de la Portada. Allí, en Antonio Bienvenida 1, almorzaron invitados por el consejero Miguel Guillén la plantilla, la directiva y el cuerpo técnico. Empeñado en convertir al club verdiblanco en una de las empresas más valoradas de España, Bosch ya se frota las manos con la capacidad del Gordo para hacer amigos y simpatizantes, para convertir al Betis de nuevo en el primer o segundo club de la mayoría de los aficionados al fútbol en este país. Era un secreto a voces que se lo ofrecerían y en las últimas horas se confirmó, aunque el propio protagonista todavía no haya aceptado: Gordillo se convertirá en la imagen oficial del Betis, en algo parecido a lo que ya ejerce Alfredo di Stéfano en el Real Madrid.

Remunerado, por supuesto, aunque no se acerque a esos 600.000 euros que cobra La Saeta Rubia cada temporada. Y aunque no adquiera el cargo de Presidente de Honor, que bien podría ser esta la denominación de un puesto al que todavía se le busca nombre. Gordillo, que desde hace poco más de un mes ya no ejerce como administrador judicial y, por tanto, representa al Betis "por amor al arte", se encargará de tareas de relaciones públicas como entregar la camiseta a los nuevos fichajes, de visitar peñas verdiblancas o de viajar con el equipo en muchas ocasiones, aunque al Gordo no le haga mucha gracia eso de montarse en avión.

"Gordillo es una supermarca, el big-bang", confesó embelesado Bosch a este periódico hace dos meses, cuando todavía empezaba a conocer, como vicepresidente, el poder mediático del primer mandatario del Betis durante la revolución post-Lopera. Pero la presidencia del Gordo tiene caducidad, de mes más o menos a partir de esta Feria en la que tanto reclaman al Vendaval del Polígono, y en el seno del club se han dado cuenta de que, aunque abandone de motu propio el cargo máximo, no se puede prescindir de un elemento tan conciliador e importante a la hora de recuperar la simpatía bética: Rafael Gordillo Vázquez.

Queda Pepe Mel.

Solucionado o en vías de la continuidad de Gordillo en el Betis, queda sellar el ya célebre affaire Pepe Mel, cuya renovación automática en caso de ascenso debería haber espantado fantasmas pero a la que palabras e insinuaciones de Bosch han puesto suspense durante las últimas fechas. Conciliador y cariñoso (reclamó a Miguel Guillén en la foto de familia junto a Gordillo y Bosch), el entrenador madrileño decidió ayer autoimponerse la Ley de silencio acerca del tema, por lo que no atendió a los medios que se lo requirieron en la Feria. Bosch sí que habló, y aunque parecía que habría limado ya rencillas con Mel en un encuentro de la semana pasada, lo hizo con un discurso más o menos parecido al que viene manteniendo, repleto de ironía y falto de contundencia: "No es momento de hablar del futuro del entrenador. Soy un hombre disciplinado y le hago caso. Cuando subamos hablaremos de otra cosa".

A si hay que celebrar o no el ascenso se refirió también el vicepresidente. En este caso, de manera afirmativa: "Subir ante el Tenerife, un miércoles, sería menos vistoso. Mi preferencia es hacerlo a la vuelta de Tarragona. Y claro que hay que celebrar el ascenso después de dos años en Segunda, aunque sea de manera moderada".