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Barcelona-Real Madrid | La resaca de la final

Mourinho inventa una vacuna anti Barça: Pepe

El Barcelona censura su dureza, pero le ve clave en la crecida blanca

Luis Nieto
<b>"¿ESTÁS LOCO?". </b>Eso le dijo Pepe a Messi cuando el argentino lanzó un pelotazo contra la grada.
getty

Si (Undiano) hubiera querido, Pepe habría durado en el campo lo que dura un libro en casa de Sergio Ramos. Su técnico le dijo que pegara a todo lo que se moviera a su alrededor". Esto se leía ayer en el diario Sport, con la derrota blaugrana en la final de Copa aún en carne viva. Y es que el Barça y su entorno han fabricado un enemigo colosal, Pepe, en 210 minutos de fútbol tremendo y con otros 180 aún pendientes.

Pepe ha dejado en estos dos partidos imágenes que ilustrarían una temporada: abriéndose paso como un titán entre Busquets y Villa en estampa épica; recriminando un acceso de locura a Messi cuando el argentino lanzó un pelotazo a quemarropa contra la grada del Bernabéu (un periódico de Cataluña se hacía eco de un tweet de un internauta que decía: "Es como si Falete le llama gorda a la princesa Letizia"); protagonizando, presuntamente, un fortísimo cruce dialéctico con Piqué en el túnel de vestuarios; rematando como un ariete contra el palo de Pinto; disparando cortes de manga contra la grada culé en Mestalla tras el 1-0.

Su inclusión como centrocampista ha sacudido táctica y psicológicamente el Clásico. Hizo diez faltas en los dos partidos, más que ningún otro futbolista, cuando en la Liga su media es de una por encuentro (la más baja de todos los defensas titulares del Madrid), aunque el dato tenga más que ver con su nueva posición que con un subidón de adrenalina.

Su papel no fue idéntico en la Liga y en la Copa, pero en ambos casos resultó determinante para desactivar al Barça. El sábado cerró todos los caminos a Messi, en un rol de marcador por delante de los centrales. En Mestalla actuó aún más arriba, para bloquear la ruta que conduce de los centrales a Xavi y Busquets. Eso le llevó a recuperar y a perder la mitad de balones y a reducir en una tercera parte sus intervenciones. "A mí lo que me gusta es jugar de central, pero actuaré donde me ponga Mourinho", confesó luego.

El entorno blaugrana presionó en los días previos a la final. Johan Cruyff escribió el lunes en El Periódico que si Mou le ubicaba "en el mismo sitio y con las mismas funciones, lo normal es que no acabe el partido". Sport recordó que Mourinho "puso a un carnicero de mediocentro defensivo", pero le reconoció como "el mejor del Madrid". Mundo Deportivo denunció que había pegado "a todo lo que se movía" y, sin embargo, le calificó como un "resucitador". "Con sus impetuosas salidas empujó a sus compañeros a creer en el empate. La testosterona sumó mucho", se leía. La Vanguardia le dio un 8 de valoración, la nota más alta de los madridistas. Pepe era el enemigo y el problema. Ayer las críticas en los periódicos catalanes fueron más suaves y apuntaron a los cortes de manga que dedicó a la grada culé tras el gol de Cristiano. "Espero que la afición del Barça me disculpe. Me dejé llevar por la euforia", dijo tras el encuentro.

Pepe ha jugado seis partidos ante el Barça, con tres triunfos, un empate y dos derrotas. Ve una amarilla en dos de cada tres Clásicos. Contra el resto de rivales le muestran una de cada tres. Esta temporada ya ha jugado 32 partidos, algo que le impidieron en las anteriores las lesiones (se rompió el cruzado en 2009) y las sanciones. Aquella agresión a Casquero en la recta final del curso 2008-2009 le costó una sanción de diez partidos. Sin él, el Madrid perdió cinco de los seis partidos que restaban (incluyendo el 2-6 ante el Barça), encajó 19 goles y entregó la Liga.