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El carrusel | La Liga al microscopio

Reyes: fútbol urbano a ritmo de break-dance

El Madrid abrió la jornada con una contundente victoria en San Mamés, más meritoria aún porque Mourinho rotó y tiró de fondo de armario con éxito. Al Barça le costó más ganar al Almería, pero lo logró remontando en el segundo tiempo. La Liga enfila su última recta. Y el sábado, tras el Clásico, sabremos si continúa abierta.

Reyes
jesús rubio

Banega: dejar de ser la sombra de nadie

El Valencia pasó por encima del Villarreal con Banega como relojero. El mediocentro argentino ha tardado años en quitarse la etiqueta que desde su país se le puso como sustituto natural de Gago. Relevar generacionalmente al 5 de Boca implica estas comparaciones. Así ha ocurrido entre ambos, incluso cuando aterrizaron en España. Pero por fin el valencianista cabalga por libre. Además, Banega tiene la curiosidad de haber sido rival de Messi antes que nadie. Fue en los clásicos alevines de Rosario entre Alianza y Grandoli, esos cuyas imágenes nos llegan con un pequeño e imparable Messi maravillando. Pues bien, su rival de entonces se asienta en Mestalla. Y merecidamente.

Existe un puente entre Segunda B y Primera

El Espanyol tuvo que tirar del filial en Alicante. Su mayor novedad fue la presencia de Raúl Rodríguez, central que ya había tenido minutos sueltos como reserva y que ayer por fin se estrenó en un once. El catalán cumplió con creces. Pero lo que más llama la atención de su caso es que hace unos meses militaba en el Gramenet, en Segunda B. A sus 23 años, la vida le ha cambiado tanto como para saltar de aquella categoría a la titularidad en Primera en sólo ocho meses. Tal cual. De paso, la osadía de Pochettino y las bajas en defensa sirvieron para confirmar que no hay tanto margen entre las categorías modestas y la élite. Y a veces, como ayer, surgen puentes que las unen.

Los códigos singulares que siguen los puntas al fallar

Los delanteros tienen sus códigos. Unas normas que sólo ellos entienden y que les hacen convivir con una portería instalada en su mente durante toda la vida. Villa es uno de los máximos exponentes de ese ímpetu, de esa peculiar avaricia por batir porteros, sortear defensas y perforar redes. Por eso cuando las cosas van en contra de su naturaleza se produce un cortocircuito. Y ese chirrido tiene últimamente al asturiano como protagonista. El más claro ejemplo de que las nubes siguen merodeándole es el hecho de que haya disparado ya 13 veces a los postes esta campaña, incluida la del sábado ante el Almería. ¿Preocupante? No. A los delanteros no les preocupa fallar ocasiones, sino carecer de ellas. Son así. Y son sus conductas. Sus códigos. Como los de Villa.

Piezas que sirven de mucho al maestro

El fútbol no es como el ajedrez, pero sus piezas también convierten a ideólogos en maestros. Lo sabe bien Mourinho, que movió con pericia a sus peones en San Mamés para sorpresa y encomio generalizado. Mantener a toda una plantilla viva es complicadísimo y el portugués -salvo en los casos de Pedro León y Canales- conserva una temperatura templada en todos y cada uno de sus fogones. Uno de ellos es Pepe. Su cambio de rol en Bilbao fue determinante para que el Madrid saliera airoso de una visita complicada. No es noticia que el luso actúe en el centro del campo, pero sí que lo haga en el Madrid. Utilizar su buen juego aéreo y sus conceptos defensivos en la medular es algo que vienen repitiendo con él los técnicos de la selección portuguesa. Sin embargo, con la camiseta blanca aún no había desempeñado ese papel. Tuvo que ser Mourinho, uno de sus principales valedores, quien decidiera hacer el movimiento de ficha en el momento óptimo. Como los grandes maestros. Como lo que es él.

Bolado y el 'carpe diem' del fútbol

A veces pensamos, con razón, que la vida del futbolista es placentera y suntuosa. También nos preguntamos cuáles son sus tareas diarias una vez consumen las dos horas que les ocupa entrenarse. Pero hay un fantasma que les persigue y que amenaza con destruir esta vida de vino y rosas. Se trata de las lesiones. El que entra en este bucle tiene muy difícil salir e incluso hay quien dice que nunca se es el mismo después de padecer un percance serio. El racinguista Iván Bolado sufrió uno en su rodilla izquierda en 2008 y desde entonces le ha costado sobresalir. Por si fuera poco, ante el Levante volvió a dañarse la rodilla herida. Fue sólo un susto, por fortuna. Pero revela lo efímera que puede ser una carrera futbolística. Es el Carpe Diem del fútbol.

¿Los genes mejoran con el hermano pequeño?

El Mallorca tiene en Jonathan De Guzmán a su mejor jugador. El mediocentro canadiense ya ha hecho desde verano bastante más que su hermano mayor Julian, que estuvo en el Depor de forma discreta durante cuatro temporadas. Y aquí asoma el debate. Existe cierta teoría generalizada de que un hermano menor acaba mejorando las prestaciones del mayor. Es su espejo y muchas veces logra sobrepasar a su propia referencia. Sucedió con los Charlton, los Baresi, los Koeman, los Bakero, los Hierro y últimamente se ha repetido con los Alonso, los Albiol o los Higuaín. También se dio con gemelos, como los De Boer o los Van de Kerkhof. No es una ciencia exacta, pero sí se repite. Los genes futbolísticos mejoran en las familias. Y en la de De Guzmán no existen dudas.

El personaje: Reyes

Reyes tiene un aire de jugador callejero que le convierte en especial. Hay que entenderlo para quererlo. Y Quique lo hace. Lo hace hasta el punto de que su recuperación para la causa atlética se puede considerar una de las mayores atribuciones del técnico rojiblanco al club en estos años. Siempre descarado y burlón con la pelota, confiado en su regate como quien por naturaleza esquiva obstáculos, malabarista y genio cuando decide domar el esférico, ante la Real desplegó todo un manual de recursos técnicos que son casi más propios de las competiciones urbanas. Su acción en el segundo tanto colchonero fue el mejor ejemplo. La forma en la que mareó y aturdió al lateral de la Real Carlos Martínez fue más break dance que fútbol. Esos giros y amagos pedían música hip hop de fondo y grafitis pintados en las paredes del Calderón. Hubiera sido el contexto perfecto para quien toda su vida jugó de sol a sol en las calles.