REAL MADRID 3 - LYON 0 | LIGA DE CAMPEONES
El Madrid vuelve a su casa
El Real Madrid estará en cuartos de final después de siete años de ausencia. Fue muy superior al Lyon, al que venció con tantos de Marcelo, el mejor de la noche, Benzema y Di María.
El Real Madrid comienza a reconstruir su maltrecha imagen en la Liga de Campeones. Las enormes decepciones acumuladas en las seis temporadas anteriores han convertido en un hecho excepcional lo que no debía ser más que una normalidad para este equipo. El Madrid ha vuelto a su casa, porque estar entre los mejores de Europa es el hogar de este club, a los cuartos de final, tierra prohibida de la que le alejaron en los cursos anteriores sus enormes torpezas, de distinto tamaño y condición, deportivas y cometidas lejos del césped. Vuelve a estar entre los ocho mejores de Europa. Su historia y su presupuesto le obligaban a ello. El Madrid no ha hecho nada que no debiera y estar donde ha llegado no debe interpretarse como un éxito ni como la sensación de que el objetivo ya está cumplido. Debe ser sólo un paso para seguir creciendo.
Superó al Lyon a hombros de un Marcelo superlativo, brillantísimo en ataque, y apoyado en el sentido común de Xabi Alonso, la visión periférica de Özil, la seguridad de Ramos y la brillantez de Benzema, al que se vio con los ojos bien abiertos desde el inicio. Compensaron la discreta aportación de Cristiano, falto de ritmo y fuera de sitio, de Khedira, tan insulso e intrascendente como acostumbra, y las alocadas acometidas de Carvalho y Pepe, cuyos cortocircuitos son preocupantes. Con todo decidido y después de haber visto ya una amarilla tuvo la genial idea de pisar a Delgado. Hay cabezas que ni están ni se las espera y la de Pepe es una de ellas.
Fue una tarea más sencilla de lo esperado terminar el trabajo iniciado en Lyon, aunque la inseguridad que transmitió el Madrid al inicio de la noche provocó algunas dudas. El francés es un conjunto bien trabajado, que apenas dio señales de vida en ataque y tan incómodo como poco atractivo a la vista. El resultado fue un encuentro demasiado gris de inicio, que derivó en un paseo conforme se agrandó la distancia en el marcador. En general fue un choque de difícil consumo si le despojamos de la trascendencia de lo que había en juego y el majestuoso escenario que es el Bernabéu una noche de Champions. Lo animaron los goles. Tres buenos tantos que justificaron la presencia en el estadio y alejaron la ansiedad y los miedos.
El Madrid encontró en la banda izquierda el camino para llegar hasta cuartos. Quien primero supo verlo fue Marcelo, que encontró en Özil y Benzema a sus mejores socios para desactivar las maniobras defensivas del Lyon. Los franceses se sintieron cómodos desde el inicio, presionando muy arriba, no concedieron espacios al Madrid y con algo tan sencillo como el orden y la concentración pusieron en un aprieto a los de Mourinho.
Y la primera ocasión clara fue para el Lyon, un tiro de Delgado desde el borde del área al que respondió Casillas con una mano salvadora. El Lyon elaboraba más y el Madrid sólo asustaba a la contra. Lo del Madrid eran ataques en solitario contra el mundo. El que recibía el balón no tenía más objetivo que llegar hasta el área rival. Sólo Xabi Alonso intentaba poner cordura y sentido. Nada nuevo. Se consumió casi media hora hasta que se decidió a crear espacios desde el toque y la paciencia.
Demasiadas dudas e indefinición, que desaparecieron cuando surgió Marcelo para componer la mejor acción de todo el choque. Xabi robó un balón, Marcelo construyó con Cristiano una pared, el recurso más viejo del fútbol, con la que rompió la defensa del Lyon, a continuación eludió a Cris y mandó al suelo a Lovren con un recorte con la derecha antes de definir con maestría ante Lloris con la izquierda. Un gol excelente que hubiera firmado el delantero más exquisito.
A partir de ahí todo fue cuesta abajo para el Madrid, que no encontró obstáculo ni rival para cerrar una eliminatoria que desde ese gol ya nunca pareció en peligro. Incluso pudo aumentar la cuenta Benzema antes del descanso, después de otra gran maniobra ofensiva de Marcelo. Lo evitó Lloris.
Los cambios no fueron esta vez los aliados de Claude Puel, que no encontró ningún argumento táctico a su alcance para ahogar al Madrid. La salida de Gomis por Briand en el descanso no pasó de la anécdota que supuso ver al primero correr con las rastas al viento. Hasta Lisandro terminó devorado por la desilusión que se apoderó por completo del Lyon con el segundo tanto del Madrid. Lo firmó Benzema, que superó con facilidad en el mano a mano a Lloris. Para entonces, el francés ya pisaba más la zona izquierda del ataque, desde donde se asoció más con Özil para que Cristiano buscara su espacio en el centro. Cerró la cuenta Di María, después de recibir un pase prolongado con la cabeza por Özil. El argentino definió con naturalidad, levantando el balón ante la salida de Lloris.
Para entonces ya no estaba en el campo Cristiano, sustituido por Adebayor y al que el Bernabéu agradeció más el esfuerzo que el acierto. Más generoso se mostró el público cuando se puso en pie para despedir a Benzema cuando le reemplazó Lass. Buen partido del delantero, al que la afición del Real Madrid ya le considera uno de ellos.