SEVILLA 1 - BARCELONA 1 | LIGA BBVA
El Sevilla anima la Liga
Partido intenso que el Barça pudo sentenciar en el primer tiempo y el Sevilla estuvo cerca de ganarlo en el segundo. Nefasto arbitraje de Pérez Lasa, que alteró los nervios de todos.
Hace tiempo que los partidos del Barcelona los disputan tres equipos: al que se enfrentan cada semana los azulgrana y el Real Madrid, tan pendiente de sus propios encuentros como de los del Barça. Hasta ahora, los hombres de Guardiola ni se inmutaban. Acostumbraban a ganar todos los duelos. Los reales y los imaginarios. Pero en Sevilla se vivió una excepción que servirá para animar algo la Liga. El Barça no supo trasladar al marcador la enorme distancia que hubo entre los dos equipos en el primer tiempo y en el segundo Manzano supo reconocer el error de su planteamiento inicial, recompuso a su equipo y el Sevilla, dirigido con maestría por Kanouté, puso en aprietos al Barça. Es probable que el empate no dejara a nadie más satisfecho que al Madrid, que ahora ve un poco más cerca al líder. Ilusión para alimentar la utopía.
En la primera parte, el Barcelona convirtió el partido en un rondo, en el que escondió el balón a un Sevilla encogido, perdido en una indefinición desesperante, sólo entendible cuando tienes delante al Barcelona. Dudó si vivir encerrado en su campo o lanzarse a una aventura ofensiva, siempre arriesgada y que contra el Barça no suelen conducir a nada bueno. Y lo más importante, no supo nunca dónde salir a presionar, en qué zona del campo hacerlo. Tanta duda le ahogó y allanó el camino del Barcelona.
Las maniobras de distracción de Iniesta y Xavi y los huecos que abrían los tres hombres de ataque con sus movimientos los aprovecharon los laterales del Barça, Alves y Adriano, para romper la defensa del Sevilla. Sólo el excesivo barroquismo de algunas acciones del Barça impidió ver más goles. La maniobra de Manzano de situar a Navas por la izquierda apenas ofreció réditos en el primer tiempo, porque ni apareció en ataque ni logró contener las subidas del brasileño.
También intervinieron en el juego elementos extraños, como Pérez Lasa, cuyas actuaciones van más allá de supuestas conspiraciones arbitrales. Simplemente es muy malo y su desatino puede afectar a cualquiera. Reparte sus desastres sin miramientos y sin medir las consecuencias. Su impericia llega a tal dimensión que es capaz de equivocarse en contra de los dos equipos en la misma jugada. Anuló un gol convertido por Messi en un lanzamiento de falta porque se inventó que Busquets había agarrado a Alexis detrás de la barrera. También es muy posible que la falta que lo originó todo no existiera, porque pareció que la pelota no golpeó en la mano de Fazio, sino en su pierna. Sí acertó minutos después, cuando no señaló como penalti un tropezón de Zokora con Alves. En la segunda parte no pitó un claro derribo de Navas a Bojan dentro del área.
Dominio absoluto, control total, pero el Barcelona no logró trasladar esa diferencia al marcador hasta la media hora. Pase genial de Iniesta a Alves y el envío de éste lo convierte en gol Bojan sin querer, al intentar controlar el balón. Había sustituido al lesionado Pedro y con ese error convertido en gol justificó la noche. Acarició el gol Messi poco antes del descanso, al mandar con la cabeza un balón al larguero.
En los vestuarios recapacitó Manzano y modificó el dibujo de su equipo. Retiró a Zokora, retrasó unos metros a Rakitic para que se situara más cerca de Medel y dio entrada a Kanouté como escudero de Negredo. A partir de ahí el Sevilla fue otro y el partido se convirtió en algo bien diferente a lo visto hasta entonces.
Pero nada ayudó más a que el escenario fuera diferente que el gol de Navas. Kanouté supo ver el hueco dejado por Piqué al salir a presionar donde no debía, conectó con Negredo y el pase de éste lo cabeceó Navas. Partido nuevo y un mundo por delante.
La presencia de Kanouté hizo pensar al Barça, sus laterales ya no fueron extremos y las llegadas a la portería de Varas no fueron tan constantes. El balón continuó siendo suyo, pero los espacios no aparecieron con tanta facilidad. Al único al que no le afectó el nuevo panorama fue a Messi, que completó otra actuación sobresaliente. También se esforzó Bojan por cumplir su parte, sin demasiada fortuna. Y cuando estuvo cerca del gol apareció Pérez Lasa para no señalar un claro penalti por derribo de Navas.
La entrada de Perotti por Capel mejoró aún más la imagen del Sevilla, convertido en un equipo más reconocible, más peligroso, en un conjunto que comenzó a creer que el empate no era suficiente botín. Cada ataque del Barcelona fue respondido por un latigazo sevillista. Las llegadas de Navas y Perotti por las bandas y de Kanouté y Negredo por el centro fueron una amenaza constante. Apareció Valdés para anular una clara ocasión de Navas, respondió Iniesta con un misil teledirigido al larguero y Medel sacó en la línea un tiro de Xavi.
El partido hacía tiempo que era una guerra en campo abierto, de idas y venidas constantes, cuyo resultado final quizá sólo dejó satisfecho al equipo que no jugó, al Real Madrid.