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Rossi y Nilmar se bastan para acercar los cuartos

El italiano, titular, marcó el gol del empate a uno. Nilmar, le sustituyó, y ya con la defensa cansada adelantó al Villarreal en dos ocasiones hasta establecer, sobre la bocina, el 2-3.

Eduardo Fernández - Abascal

El Villarreal, sin magia pero con pólvora, metió pie y medio en cuartos de la Europa League. Rossi y Nilmar, con sus goles, se convirtieron en protagonistas de una noche ausente de deleites y de bombines. Una noche, sin embargo, con goles y explosiones. Garrido consideró que Alemania pedía el disfraz de guerra y no el traje de luces. El técnico dejó la samba en el banquillo y metió la tralla al campo. Marchena acompañó a Bruno en la media y Valero, que alternó las bandas con el joven Wakaso, se quedó como organizador y única mente cabal.

Garrido tiró de rotaciones en busca de frescura, tanta que acabó por encontrarse con un equipo que salió al campo gélido. Se pasó de vueltas con el termostato y, como el Arsenal ante el Barcelona, pudo pagar caro renunciar a sus principios de toque y fiesta. Sin embargo, la jugada le salió de diez. Ganó a domicilio, con tres goles que valen seis, y dejó el pase a cuartos a tiro de piedra. Y eso que el Leverkusen se aprovechó durante media hora de la alineación amarilla. Tapó a Borja Valero a base de presión y marcajes férreos y consiguió que Diego López, y no el tiquitaca, se erigiese, por momentos en protagonista.

De esta forma, el Villarreal empezó navegando en la nadería mientras el Leverkusen, con Vidal al mando, probaba la solvencia del portero español. El chileno, con un disparó intencionado pero sin puntería, fue el primero en hacerlo. Con el susto aún en el cuerpo, el lateral Vida subió hasta el extremo diestro, centró al área y Renato Augusto, llegando desde atrás, estuvo apunto de convertir el susto en miedo y en disgusto. Sólo la acumulación de defensas en el área del Villarreal impidió que el brasileño rematara con más tino e hiciera el gol.

Marchena quiso frenar el vendaval alemán con una fea entrada a Vidal. De poco valió, pues el chileno consiguió acariciar el balón lo suficiente para asistir a Derdiyok. El suizo tiró un buen desmarque pero se arrugó en la ejecución. El delantero del Leverkusen siguió a lo suyo, presionó la salida del balón del Villarreal y estuvo cerca de encontrar su premio. Gonzalo, obviando estar en la tierra de Beckenbauer, intentó enseñar a los alemanes a sacar el balón jugado. Lo hizo mal, tantó que regaló el balón al suizo. La historia quedó en anécdota pero Derdiyok no se rindió. A la contra y en velocidad trató de internarse en el área española y sólo Musacchio, con una dura entrada, le frenó. Amarilla y falta peligrosa cercana a la esquina del área. Renato templó el balón suave como si fuera un centro pero con la intención de golear. Diego López se lo impidió.

El Villarreal no reaccionaba. Rossi la quería pero no la encontraba y Valero recibía el balón sin posibilidad para crear. Cuando no eran dos los alemanes que lo rodeaban eran tres, y si aún así salía vivo las faltas le frenaban. De esas batallas sacó al menos una amarilla para Vidal que siguió liderando a su equipo, tanto en ataque como en defensa. Renato Augusto, en el minuto 30, robó protagonismo al chileno y agarró el balón como el jugador de rugby que se lanza a por el ensayo. Corrió como si no hubiese rivales por medio, se marchó de cuatro defensores y se internó en el área. Cuando las cámaras flasheaban su carrera Musacchio le despertó del sueño.

Rossi intentó responder. Sin nadie que le abasteciese de balones, bajó hasta la posición de enganche para lanzar la contra. No pudo y un defensor alemán le robó el balón para montar la réplica. Éste encontró los socios que Rossi no tuvo y consiguió hacer llegar el balón a Kadlec que desde la esquina del área izquierda envió a la red un zurdazo ante el que Diego López poco pudo hacer. El lateral la encajó donde más duele, abajo y cercana al palo.

El Villarreal reaccionó. Lo hizo no tanto con el gol en contra como con una jugada polémica en la que se envolvió Wakaso. El ganés trató de cortar una contra del Leverkusen con una falta táctica. No lo consiguió porque el árbitro aplicó la ley de la ventaja. No obstante, tuvo un mejor premio, incendió por momentos el partido rescatando a los suyos de la gelidez inicial. Los alemanes se enredaron en las protestas y Rossi, en su primera y única ocasión, no perdonó. Recibió la pelota en el área, ya con la defensa batida, remarcó su lanzamiento balanzeando su cuerpo y batió con sutileza a Adler. El Villarreal, crecido por el empate y el factor del gol doble a domicilió intentó matar el partido en los minutos finales de la primera mitad. Rossi desde la mediapunta combinó con Valero que convertido en extremo intentó un centro sin rematador. Wakaso se apuntó al bombardeo con una buena asistencia a Rossi. Quedó en nada porque el italiano esta vez no pudo con Schwaab.

El Villarreal entró con firmeza en la segunda mitad. Le gustaba el resultado y trataba de mantenerlo pese a que Kiessling, que acababa de entrar al campo, se empeñaba en lo contrario. El gigantón alemán se abonó a la línea de riesgo que marca el límite entre la legalidad y el fuera de juego. Así, pudo adelantar al Leverkusen en más de una ocasión.

Pero lo que Kiessling no supo hacer lo consiguió Nilmar en apenas segundos. Salió al campo con su peculiar garbo y a la primera que tuvo no perdonó. Se adentró en el área donde la fortuna se alió con su calidad y consiguió adelantar al Submarino Amarillo. La alegría duró poco, minutos incluso, porque curiosamente un español, Castro, chafó la fiesta de los castellonenses estableciendo de nuevo las tablas. La defensa del Villarreal, que todavía celebraba el gol, se despistó, Mario Gaspar entró al trapo en un amago de Castro y el del Leverkusen lo aprovechó para batir sin oposición a Diego López.

Los alemanes no se conformaron con el empate. Quisieron más y Nilmar les cortó la avaricia y les hizo arrepentirse. Marcó un golazo, por la elegancia y por el significado, cuando el árbitro ya soplaba su silbato. 2-3. Mal juego pero gran recuerdo. Al final, lo que queda y quedará es el resultado.