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Las tertulias del Asador Donostiarra | El entrenador del Rayo Vallecano

"Tenemos que subir a Primera sí o sí para sacar adelante al Rayo"

El Rayo se acoge a la Ley Concursal, con el equipo líder en Segunda. El técnico se sienta a la mesa con AS con fuerza y sentido positivo. No le ha sido fácil llegar arriba y ahora refuerza su objetivo: subir a Primera.

"Tenemos que subir a Primera sí o sí para sacar adelante al Rayo"

Sandoval pisa fuerte. A sus 42 años aún no le acompaña un currículum de títulos, ni ha dirigido grandes clubes, por eso cuenta su historia con pasión para llegar mejor, para ser creíble. Y lo es. La trayectoria en el Rayo Vallecano le avala: líder de Segunda, candidato indiscutible al ascenso y la aplicación de un método moderno de dirigir a un equipo de fútbol. Accedió al puesto en junio de 2010, ha montado un proyecto deportivo sólido, que ayer se puso en situación comprometida al acogerse el club a Ley Concursal. El técnico, sin embargo, quiere transmitir energía y sentido positivo: "Estamos obligados a subir a Primera sí o sí para sacar adelante al Rayo. La familia Ruiz-Mateos nos ha trasladado su plan y hemos de confiar en que van a cumplir como lo han hecho hasta ahora. Todos sabemos lo que hay y todos tenemos negociadas nuestras fichas. Ahora hay que jugar, hay que dejarse la piel por este vestuario y por la familia Ruiz-Mateos".

Es obligado empezar por tan espinoso tema: "Evidentemente la familia siente la crisis como todo el mundo. Ellos hacen equilibrios con sus empresas y con el Rayo para que no nos falte de nada. Aquí sabemos a lo que estamos. Lo nuestro será trabajar en el campo para ser campeones".

Sandoval no deja de transmitir cierta inquietud, aunque otros clubes están en situación similar y deportivamente llevan buen ritmo de resultados. Así lo ve él: "El vestuario ya tiene el mensaje del propietario y ahora toca darlo todo de nuestra parte. Es lo que vamos a hacer y a demostrarlo ya mismo ante el Nàstic"

Ahora corren tiempos de crisis administrativa rayista, pero Sandoval nos remite a su 'primer' día: "Cuando hablé con Javier Ruiz-Mateos, en junio de 2010, le convencí en una hora. 'Tú eres mi hombre', me dijo. Y no le voy a fallar a la familia y al Rayo porque me han dado la oportunidad de entrenar en fútbol profesional. Tengo que ilusionar a la afición, tenemos que ascender. Hemos de trabajar como hasta hoy para cumplir el sueño de ascender. Pero ¡ojo! en la segunda vuelta partimos de cero".

La prudencia le asalta: "Yo pongo en la puerta del vestuario un papel con la clasificación de la segunda vuelta. A día de hoy, tras perder en Tenerife, no somos líderes. Esto nos motiva y pone alerta a los chicos. Hay que tener precaución porque el ego te hace no ser tú mismo. El Betis es el ejemplo para todos. La Segunda es muy larga y si crees que estás ascendido en diciembre, pegas el bajón. La derrota en Tenerife nos pudo venir incluso bien, porque sabemos qué hicimos mal".

Sandoval lleva el 'proyecto Rayo' en la cabeza y en el corazón: "Cuando planificamos con Miñambres le dije que quería jugadores que creyeran en el proyecto, no en el dinero. Jugadores jóvenes con hambre, gente de cabeza ordenada, sin problemas para firmar contratos por objetivos".

Sobre la mesa, Miñambres le planteó recortes económicos ante una crisis que ahora la Concursal pone en evidencia. Pero Sandoval montó un buen grupo de trabajo: "La estructura del club estaba muy bien trabajada, no la ha inventado Sandoval, conste. Yo me dije: O salgo por la puerta grande o por la puerta de enfermería. Y tiré para adelante. Yo creo en el trabajo en equipo. Los preparadores Nacho Sancho y Garmendia, los scouting: Angel y Diego... Todos son fundamentales como el delegado, Miguel Ortiz, los fisios, los utilleros Isi y Quico y también el doctor González. Para subir necesitamos, ahora más que nunca, el apoyo de todos. Es preciso que nadie deje de remar en este momento. Estoy seguro que vamos a ir juntos".

Sandoval utiliza métodos modernos de entrenamiento, con tecnología avanzada y balón, mucho balón: "Yo pedí dos preparadores físicos y ahí los tengo. Tenemos prevención de lesiones y controles por GPS que supervisa Víctor Paredes para saber de nuestros jugadores los kilómetros que corren, esfuerzo, resistencia... Grabamos todos los partidos desde una toma cenital. Me gusta mucho la tecnología aplicada al entrenamiento, pero el balón siempre está presente. Trabajar con balón me resulta fundamental".

El carpintero.

Sandoval utiliza medios audiovisuales, efectivamente, pero nos desvela una anécdota curiosa: "Os parecerá raro, pero comparto con Ismael Martínez, mi hombre de confianza que es el segundo entrenador, un amigo que es carpintero y que se sabe todo de los jugadores extranjeros, al estilo Maldini. Cuando nos ofrecen un jugador, le pregunto y me da detalles increíbles. Miñambres siempre dice que 'el carpintero' elige los más caros (ríe abiertamente). Le he pedido que trabaje con nosotros, pero no quiere líos. Prefiere su carpintería".

Aún sin salir de nuestra sorpresa, el entrenador rayista nos cuenta algo de sus elegidos. "Yo llamé personalmente por teléfono a todos los que queríamos fichar. A Javi Fuego le dije que confiaba en él. Tardó una semana en decidirse, pero vino y es un chaval de diez: ordenado, serio, comprometido. Y Trejo, qué pedazo de futbolista. Este fue una imposición mía. Le vi hace años en un Rayo-Elche y le apunté en mi libreta pensando que algún día podría ficharle. Le conté mis intenciones y como el chico es un romántico, se enamoró del Rayo y ahí está. También Armenteros, que iba camino de Córdoba para firmar cuando le llamé. Me dijo: 'Vos esté tranquilo. Firmaré por el Rayo'".

Y no quiere dejar sin mencionar a Movilla. "Es un ejemplo para todos. Un futbolista inteligente. A sus 36 años da lecciones a los chavales. Se cuida en la comida, en la vida privada... Tiene una obsesión: que su hijo le vea jugar en Primera. La explicación es que está loco por jugar. ¡Hasta en los amistosos por África se mete sesenta minutos de partido!".

Para entender la pasión de Sandoval por su profesión, conviene conocer su pasado en el fútbol y también algo de su vida privada: "Yo empecé a saber de la vida acompañando de pequeño a mi padre al mercado a las cinco de la mañana, donde compraba género para nuestro restaurante. Allí veía qué se ofrecía, qué se regateaba, quién engañaba a quien... Mi padre se enamoró de mi madre en Humanes (localidad próxima a Madrid) y montó un bar con asador. Amaba su profesión. Él me enseñó a ser el mejor en lo que haces. Y por eso progresó y montó Coque, el restaurante próspero del que todos nos sentimos orgullosos, con una estrella Michelín".

Se emociona el técnico y sigue recordando: "Cuando mi padre tuvo el primer infarto se nos iba la vida y el negocio. Al volver a casa empezamos a trabajar con él, cogiendo el toro por los cuernos, como siempre he hecho en la vida. Yo decidí meterme en los fogones, en la cocina, y con los consejos de mis padres aprendí los secretos de un buen cocinero tradicional. Yo no hago cocina creativa. Yo te preparo un cochinillo al horno y unos callos que no tienen competencia (sonríe)".

Cocinero.

Cocinero antes que entrenador, hostelero de postín, también ha invertido junto con sus tres hermanos en una finca en Griñón (Madrid) para celebración de bodas. Esta es la versión oculta del entrenador del Rayo, a quien no le fue fácil llegar a este banquillo. "Yo jugué al fútbol en el Ciempozuelos hasta que me rompí una rodilla con dieciocho años. Me operaron y no quedé bien. Empecé a entrenar en un cadete del Carabanchel para después saltar a la escuela Rayo Trece de Fuenlabrada. Por allí andaba el Niño Torres. Yo mismo compré veinte balones para entrenar. Me costaba dinero aquello..."

Pero el gusanillo del fútbol le ganó: "Sí. Es mi vida. Sucedió después que en Humanes tomó la alcaldía un hombre de confianza y, junto a mi primo José Luis Flores, nos encomendó la escuela de fútbol. Aquí gané mis primeras ochenta mil pesetas en el fútbol, pero pagaba hasta los trofeos". Sandoval empieza a tomar 'cuerpo': "Nos fue bien y me fichó el Parla: ascendimos a Tercera. Dos años después me lanzó el guante el Pinto. Un buen club con muchos socios. Y apareció la oportunidad del Getafe B".

A Sandoval no le queda un buen recuerdo de la primera entrevista con Ángel Torres: "Me dijo que sabía lo bien que hacía los cochinillos y que esperaba que fuera, además, un buen entrenador. Yo creo que desconfiaba bastante de mí y duré poco. Llegamos con el Getafe B a la promoción de ascenso y nos ganó el Andorra en el minuto 105 de la prórroga, jugando nosotros con nueve y nuestro mejor jugador, Rafa García, con una infección hecho polvo. Torres me dijo: 'Muy mal, Sando'. Estaba claro que no seguiría..."

Volvió a los fogones del Coque. "Entonces me llamó Temprado, presidente de la Madrileña, para la selección Sub-20. En eso estaba cuando ocurrió algo que cambió mi vida: yo tenía mucho cariño a mi suegra y, junto a mi mujer, sufrimos mucho su enfermedad hasta que falleció. Ver en el hospital a la gente valiente con cáncer, me enseñó la otra cara de la vida. Das valor a cada minuto que vives. Estábamos en el funeral cuando me llamaron para el Rayo B. Yo no tenía ánimo, pero mi mujer, que es una maravilla que me ha dado Dios, me dijo que lo cogiera porque era mi oportunidad. A ella le debo lo que he conseguido".

Fue el trampolín: "Pues sí. Cuando llegué salvamos la categoría con siete victorias seguidas. El año siguiente con Juan Pedro Navarro y José Luis Martín fuimos finalistas de la Copa Federación. Fijaos cómo es esto del fútbol, el Getafe B perdió el ascenso frente a nosotros. Los chicos dieron la vida por mí. Y el año siguiente ascendimos de Tercera a Segunda B, eliminando al Hospitalet. Fue una batalla aquello". Y fue su definitivo aval para tomar las riendas del Rayo. Hoy, con la Concursal a cuestas, Sandoval no se rinde: "Yo soy muy de sentimientos. Los veteranos Potele, Felines y otros, me han dado su apoyo. Y este ambiente familiar sólo te lo da Vallecas".