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LIGA BBVA | REAL MADRID 1 - MALLORCA 0

Xabi Alonso cambia al Madrid y Benzema define

La salida de Xabi Alonso y Özil en el descanso resultó decisiva y mejoró a un discreto Real Madrid, que se impuso a un buen Mallorca gracias a un gol de Benzema.

<b>EL NUEVE.</b> Benzema fue esta vez el delantero que busca el Madrid y decidió el choque con su gol.
EL NUEVE. Benzema fue esta vez el delantero que busca el Madrid y decidió el choque con su gol.REUTERS

Le ha cogido el gusto José Mourinho a estas operaciones de cirugía táctica con las que modifica la imagen del Real Madrid. Lo que antes era un recurso en las segundas partes, ahora ya es un plan predeterminado y, entendemos, que reflexionado y pensado. Tanto cambio está dejando el rostro del Madrid lleno de arrugas y la sonrisa y el brillo de los ojos han desaparecido. Ganó a un buen Mallorca, tan ordenado como atrevido, gracias a las intervenciones de Casillas y a un buen gol de Benzema, en una de las escasas apariciones del francés. El tanto no fue una consecuencia del juego, sino del talento en una acción aislada, que llegó cuando el Madrid ya había recompuesto su figura gracias a la presencia de Xabi Alonso y Özil. Y eso no es casualidad. El triunfo permite al Madrid mantenerse a cuatro puntos del Barcelona, pero no impedirá que se alimenten las dudas sobre el equipo de Mourinho, que con su juego va dejando un rastro cada vez más visible de desconfianza.

Mourinho le puso un nueve al equipo, Benzema, pero le quitó la imaginación de Özil y las ideas, la referencia, la serena lucidez que aporta Xabi Alonso. Granero trató de asumir esa función y estuvo a la altura del reto. Apenas retuvo el balón, lo hizo circular con rapidez y dio una buena salida desde atrás. Tocó con soltura en corto y se atrevió a combinar en largo. Asumió la responsabilidad que le correspondía y con su actitud y con su juego dejó en evidencia a Gago, que se dejó el alma, si alguna vez la tuvo, en sus largas estancias en el banquillo y la grada. Cada ausencia de Xabi Alonso hace aún más evidente lo indispensable que es para su equipo. Mourinho no fue ajeno a ello y en el descanso deshizo el camino andado y devolvió su sitio en el once a Xabi y Özil.

Dejó el Madrid una imagen bastante pobre en el primer tiempo, con Di María dando unos síntomas cada vez más evidentes de cansancio y ya se sabe que cuando a uno le fallan las fuerzas suelen abandonarle también las ideas; con Kaká agotado después de 20 minutos; con Cristiano mucho menos activo que de costumbre, con menos peso en el juego del equipo, y con Benzema absolutamente desaparecido y ausente. Se vio un conjunto demasiado espeso y perdido en el centro del campo, intranquilo en defensa y sin dar noticias en ataque.

El Mallorca se presentó en el Bernabéu sin sus mediocentros titulares, De Guzmán y Martí, dos de los principales pilares sobre los que Michael Laudrup ha edificado su obra. Los jóvenes Joao Víctor y Tejera no se dejaron impresionar por la majestuosidad del escenario y cumplieron como veteranos. Delante de ellos, Nsúe, 'Chori' Castro, Pereira y Webó fueron una amenaza constante para la distraída defensa del Madrid.

El equipo de Laudrup propuso un partido abierto y a partir de su excelente orden táctico y disciplina en defensa, bajo el mando de ese magnífico central que es Nunes, quiso ganar a la carrera, al contragolpe, jugó con los espacios que dejaba el Madrid a su espalda. Si no obtuvo premio fue por la falta de precisión en el remate que demostraron Nsúe y Webó.

Lo mejor de un discreto Madrid en el primer tiempo se vio cerca del cuarto de hora, en una fabulosa combinación entre Marcelo, Kaká, Benzema y Cristiano que acabó en nada. Aunque no es del todo exacto, porque en el contragolpe de esa acción Nsúe estrelló el balón en el poste de la portería de Casillas. Llegó solo aprovechando el espacio dejado por Marcelo en su subida y la habitual dispersión táctica de Sergio Ramos. Se produjo entonces un cara a cara entre Casillas y Marcelo, que intercambiaron reproches y dirimieron sus diferencias sobre el césped. Este camino, airear las diferencias entre unos y otros, no puede conducir a ningún buen sitio.

Se consumió la primera parte en medio de una indefinición general, con el encuentro sin llegar a inclinarse hacia ninguno de los costados. Tuvo más presencia, más posesión el Madrid, pero la mejor ocasión la malgastó Nsúe, como ya quedó apuntado. Fueron tres cuartos de hora de nerviosa tranquilidad para Aouate, que apenas se vio exigido.

El panorama cambió en el descanso. Mourinho retiró a Gagó y a Kaká y dio entrada a Xabi Alonso y Özil. Con los cambios el Madrid recompuso su figura, recuperó el orden, el sentido y las ideas. Y para que nada faltara también surgió la figura de Casillas, que se lució para desviar un magnífico remate de Webó de media volea.

Asegurada la portería propia, llegó el momento de asaltar la del rival. Fue a falta de media hora, cuando Benzema recibió de Granero en el borde del área, controló con el pie derecho y con el izquierdo mandó el balón lejos de los guantes de Aouate. Un excelente movimiento de buen delantero. El francés posee talento, pero lo mantiene tan escondido y demuestra tan poca alma que hasta los más entregados a su causa nos vemos en la obligación de desconfiar.

Con Xabi Alonso al mando y Özil moviéndose entre líneas como no lo había hecho nadie hasta entonces, el Madrid tomó el control definitivo del choque. No renunció el Mallorca al ataque, pero sus llegadas se fueron espaciando en el tiempo.

Y en ese camino hacia Casillas, Mourinho pretendió poner más obstáculos, al situar a Lass por Granero. Lejos de fortalecer al equipo, el cambio debilitó al Madrid, que perdió posesión con la marcha del mejor socio de Xabi. Si de ahí al final crecieron las ocasiones del Madrid fue más por el cansancio que ahogó al Mallorca que por lo que propuso el equipo de Mourinho. Cristiano mandó un cabezazo al larguero y Aouate se lució en un mano a mano con Benzema.

Los atacantes fueron incapaces de cerrar el partido y, como tantas otras veces, le correspondió hacerlo a Casillas, que evitó el empate de Webó en la última acción del choque. Hay cosas que nunca cambian.